La rana de Finch

Lo que comúnmente se conoce en Rosas como “La Base del Pení”, (Paní en castellano, Pení en catalán, lease ‘Paní’ en cualquier caso) son dos zonas unidas por una carretera de unos dos kilómetros. La primera que nos encontramos se haya en el “Coll de Pení” por donde antiguamente pasaba el camino de Cadaqués en dirección a la “Font de la Dona Morta”.

En esta zona se encuentra el área logística de la base, es decir, los comedores, dormitorios, oficinas, cocheras, botiquín, etc…

La segunda zona es la cumbre de la montaña que une el Puig de Pení y el Puig Simonet. Los militares la llaman “Zona Técnica” y es donde se encuentra el edificio más visible de la instalación, las famosas ‘Bolas’ que contienen los radares de vigilancia y altura.

Las instalaciones fueron construidas a partir del año 1957 por los americanos. En 1959 inició su actividad la unidad española que debía hacerse cargo de las instalaciones una vez completado su adiestramiento. Los americanos convivieron con los españoles hasta 1964, durante cinco años las dos unidades, española y americana compartieron una misma misión pasando la responsabilidad de la operación de los equipos gradualmente de americanos a españoles.

Durante este tiempo se desarrollaron numerosas anécdotas, algunas de las cuales se han convertido en tradiciones de la unidad, transmitidas de generación en generación como acervo cultural propio.

Una de estas tradiciones es la de “La Rana de Finch”. El teniente Finch trabajaba en el equipo “Charlie” de la sala de Operaciones. Se trataba sin duda de un joven despierto e imaginativo. Deducimos esto porque cada mañana, cuando subían en la camioneta hacia su trabajo en la sala de las pantallas de radar, siempre sumida en la penumbra, mientras sus compañeros intentaban adormilarse en sus asientos Finch observaba con ojos asombrados el paisaje ampurdanés.

Incluso en los días en que el viento de levante provocaba una espesa niebla en el Pení, había un detalle que llamaba la atención a Finch. Junto al camino, una curiosa piedra parecía adoptar la forma de una rana gigantesca que observaba el paso de la camioneta. La primera vez solo comentó: “¿Habéis visto esa rana?”, pero nadie se despertó ni giró la cabeza. Otro día les dijo a sus compañeros, “Mirad, esa piedra parece una rana…”. El conductor no podía mirar, las regulaciones de la USAF son muy estrictas al respecto, el que iba despierto solo acertó a decir “¿Qué piedra?” cuando ya habían pasado la siguiente curva y entre el resto de pasaje adormecido surgió un rumor irritado: “Finch, ¡cállate!, no nos molestes con tus tonterías”, “…este Finch no cambiará nunca…”.

Finch no se molestó con sus compañeros, pero decidió que sus compañeros tendrían que reconocer que aquella piedra parecía una rana y se dispuso a hacer visible la evidencia. Había un soldado al que había visto en sus ratos libres dibujar personajes de dibujos animados en las piedras que bordeaban el camino. En aquel apartado lugar del mundo, tan lejos de su Norteamérica natal, cada uno pasaba el tiempo como podía. Pero tenía pinturas y andaba por el lugar, así que le vendría como anillo al dedo. Le fue a buscar y le explicó lo que quería hacer. Entre artistas el entendimiento fue rápido y unos toques de pintura verde y blanca con líneas negras destacaron rápidamente los ojos y cuerpo de rana de aquella piedra del Pení, destacándola entre todas sus colindantes.

Al día siguiente cuando estaban llegando al punto donde descansaba la rana Finch exclamó triunfal: “A ver, ¿parece o no parece una rana?”, entre intrigados y sorprendidos todos los compañeros de Finch no tuvieron más remedio que aceptar que aquella piedra se había transmutado en una rana gigantesca que observaba curiosa el paso de la camioneta. Cuando llegaron arriba preguntaron a los compañeros del turno saliente: “¿Habéis visto la rana de Finch?”. No la habían vito, el relevo se había hecho siendo oscuro y nadie les había advertido, así que la observaron al bajar.

En una unidad tan pequeña la rana se convirtió en la pequeña comidilla durante unos dias y poco después alguien tuvo la idea de enviar una reseña a la publicación interna de las Fuerzas Armadas llamada “Star and Stripes”. La revista publicó la reseña con una foto en la que aparecía acompañada de un letrero informativo que decía simplemente “FINCH FROG”, concediendo al 875th Escuadrón de Alerta y Control de la USAF su pequeño momento de gloria mediática y a la rana el status de institución de la unidad.

Cuando los americanos se fueron, los españoles, a los que nunca nos ha faltado humor ni rigor para afrontar las cosas del servicio, decidieron seguir la tradición y regular y periodicamente, hasta el día de hoy la rana es repintada. En la época del Servicio Militar Obligatorio se consideraba un requisito indispensable de veteranía saber donde estaba la rana. Si alguien presumía de tener “mucha mili” asus espaldas, siempre había quien le preguntaba “¿Ah, si?, y ¿Tú sabes donde está la rana?”, si la respuesta era “¿Qué rana?”, la carcajada era general. No se podía presumir de veterano sin haber tenido audiencia con la Rana de Finch.

Hoy la unidad trabaja por la certificación ISO 14001 sobre Gestión Medioambiental, pero esta considerará el derecho adquirido por la Rana de Finch a lucir su librea verde y saludar cada mañana a los hombre que suben al Pení.

Roberto Plà
http://robertopla.net/