Milán

Ayer jueves salimos de Gerona hacia Milán con Ryanair. Habíamos sacado los billetes hacía tiempo para aprovechar los precios económicos y los días de fiesta de Semana Santa, pues Mercedes le resulta muy difícil tomar días libres en su trabajo.

Al llegar al aeropuerto nos encontramos el aparcamiento bastante saturado. Además había un par de empleados distribuyendo el tráfico y sin duda no los habían seleccionado por su nivel de inteligencia pues me dirigieron justamente a donde estaban todas las plazas ocupadas. Después de un cuarto de hora dando vueltas encontré un sitio no muy mal situado y pude reunirme en la terminal con Mercedes, Mariona y Miguel Angel, que estaba facturando la única maleta que llevábamos. El resto de nuestro equipaje era ‘de mano’.

Entre el equipaje de mano esta vez ha viajado mi ordenador, en el que estoy escribiendo. Eran solo cuatro días y además de ir ligeros de equipaje, algo fundamental para aprovechar las ventajas de las compañías de bajo coste, el hecho de que Miguel Angel facturase su maleta nos permitía llevar un bulto de mano más.

El viaje transcurrió sin incidentes, especialmente para mí que me quedé dormido depués de identificar en el paisaje nocturno las luces de l’Estartit, la Escala, Ampuriabrava y Roses.

El avión nos llevó a Bergamo desde donde cogimos un autobús que nos dejó junto a Estación Central desde donde fuimos a pie a nuestro hotel sin demasiada dificultad. Después de tomar posesión de nuestras habitaciones salimos corriendo a cenar pues ya era tarde. Encontramos una pizzeria que Mercedes había visto al pasar y cenamos unas pizzas con la masa bastante gruesa pero que a mi me parecieron exquisitas.

Cuando llegamos al hotel estaba rendido y me dormí rápidamente.

Esta mañana hemos desayunado en el bufete del hotel que calificaría como de tipo medio debido sobre todo a la falta de platos calientes (huevos, bacon, salchichas…) y al café que es completamente impropio de un establecimiento italiano y sin embargo podría adornar el desayuno de cualquier Bed&Breakfast británico.

Por la mañana teníamos programada una visita en autobús a Milán, unica forma de poder ver la Santa Cena sin esperar un mes para tener entrada. En el tour hemos visitado de forma bastante rápida el Castillo de los Sforza, las Galerías de Vittorio Emanuelle y el museo del teatro de la Scala. Además del paseo con vista general de la ciudad que nos ha dejado más o menos situados respecto a sus puntos de referencia.

Para comer hemos intentado alejarnos de la zona del centro, la más turística y dedicada casi exclusivamente a la venta de ropa y al turismo. Sin embargo hemos acabado en una cafeteria para turistas donde había que elegir el menú nada más entrar con mucho estrés y luego subir a la primera planta a esperar que nos sirvieran. Ninguno de los platos que hemos pedido merecia destacarse salvo los macarrones al salmón en los que hemos coincidido que sin duda eran los más malos que haya probado en mi vida , jamás.

Después de comer hemos visitado la catedral. Es difícil encontrar palabras para describir tanta magnificencia. Se trata de uno de los templos más grandes del mundo y está completamente construido en mármol. Las 3500 estatuas de las que hablaba la guía parecen pocas después de visitar las terrazas.

Después de eso hemos tenido qu volver al hotel a descansar un poco y cuando nos hemos puesto en marcha hemos decidido ir a dar un paseo y a cenar. El pase nos ha llevado prácticamente a la otra punta de Milán, la “plaza del 24 de mayo”, donde ha resultado que el hipotético restaurante al que nos llevaba Mercedes ni era un restaurante ni estaba abierto. Un poco desesperados por la caminata y el hambre hemos entrado en una casa de comidas económicas típicamente italiano y regentado por unos tipicos chinos, donde nos hmos llevado otro chasco, aunque este a menos precio. A la vuelta, después de un viaje de exploración por la red de transportes públicos de Milan hemos acabado en el Hotel donde estoy escribiendo esto mientras doy cabezazos de sueño.

Un detalle bastante chusco del Hotel es que la conexión wi-fi no solo no es gratuita, sino que además tiene unos precios abusivos. A dos euros el cuanto de hora no me va a dar tiem de subir fotos, así que tendrá que valer con esta crónica.

Esta entrada fue publicada en Viajes. Guarda el enlace permanente.