Quizás mi método más habitual de descubrir nuevos libros sea pasear por las librerías. Me encanta curiosear en las secciones de libros sobre temas que me interesan ya que a diferencia de la exploración en la red, el libro puede hojearse, sopesarse y evaluarlo de una forma más completa que a través de la portada y la nota del editor en la contraportada.
Así descubrí el libro «Cuaderno de Campo» de Clara Cerviño y Miquel Baidal en La Casa del Libro de Murcia el pasado noviembre. Llamó mi atención inmediatamente, pues el tema de cuadernos para dibujar, cuadernos de viaje y cuadernos de notas me interesa mucho. Una simple ojeada me permitió ver las maravillosas ilustraciones que incluye y una lectura diagonal del índice y de algún párrafo suelto me acabó de convencer de que era un libro que tenía que estar en mi librería.
En enero, alguien que me quiere se acordó de mi y me lo regaló. Tardé tres meses en empezar a escribir esta reseña porque no se trata de un libro para leer de un tirón sino un manual de ideas, consejos y referencias que hay que paladear y leer con papel, lápiz y colores a mano para ir practicando los ejercicios que propone. Han pasado otros tres meses y creo que tengo los elementos de criterio suficientes para emitir una opinion.
Los libros de dibujo son de diferentes clases. Los hay en los que el artista publica un montón de dibujos como para decirte «mira que bien lo hago yo». Otros son muy didácticos y describen paso a paso las pinceladas que hay que dar para realizar una obra concreta.
Los que a mi me gustan son los que describiría como «inspiradores». No llenan el libro con una exposición de la obra del autor sino que te cuentan sus fuentes de inspiración sus objetivos y el camino seguido para alcanzarlos, que te sugieren sin imponer. Te dan opciones sin recetas rígidas y te invitan a explorar tu interior y vencer tus temores para atreverte a expresar tus sueños con alguna clave técnica obtenida de su experiencia.
¿Que es un cuaderno de campo? para los amantes de la naturaleza son esos papeles, libreta bloc o cuaderno donde apuntan sus observaciones cuando están al aire libre explorando su entorno o donde hacen un detallado análisis de sus hallazgos al volver a casa, pero para un spotter pueden ser las anotaciones de matriculas y modelos de aviones que ha fotografiado, el croquis de como llegar al punto de avistamiento o las frecuencias del control de aproximación.
Así podríamos ir repasando diferentes aficiones y descubrir que frecuentemente un cuaderno es el mejor amigo de un friki. Porque como leí en algún sitio «Un friki es una persona tan apasionada por algo que todos los detalles importan». Y también que «dibujar algo es como mirarlo por primera vez», De esta forma parece que el interés por algo y la mirada apasionada tienen su confluencia perfecta en un cuaderno con dibujos.El libro tiene muchas ideas y consejos para los usuarios más frecuentes de los cuadernos de campo: observadores de la naturaleza, dibujantes, viajeros y científicos.
Aborda la mayoría de las cuestiones que se te pueden plantear a la hora de disfrutar creando tu propio cuaderno: el dibujo con diversas técnicas y materiales, la rotulación y caligrafía, la mezcla de colores, las posibilidades de descubrimiento en diferentes campos, desde la mineralogía a la botánica o el paisaje, con innumerables ejemplos de los autores que te dan ganas, si no lo has hecho ya, de empezar tu cuaderno en ese mismo instante.
Ahora que empieza el verano os animo a empezar ese cuaderno que sea un compañero de viaje, donde anotar vuestras experiencias, dibujar vuestras observaciones, diseccionar los pensamientos o pegar los pequeños recuerdos de aquel restaurante, de aquel regalo o el billete de aquel viaje con el dibujo que lo rememora. No hay que ser un gran dibujante. Lo importante de un dibujo no es si refleja exactamente lo que habéis visto, si queréis una imagen perfecta, hacer una foto. Dibujar y escribir para disfrutar.
El dibujo refleja aquel momento, aquellos sentimientos que os inspiró la experiencia: el cuaderno es la diferencia entre comerse o paladear la vida.