Hoy hemos dedicado el día a ir a Praga. En contra de nuestra voluntad, pero no hemos hecho otra cosa desde que nos hemos levantado hasta que poco después de la media noche hemos aterrizado en el aeropuerto de Praga. Segun nos han dicho debemos agradecer esta dedicación a la huelga de los controladores franceses. Espero que no consigan ni una sola de sus reivindicaciones y además pongan en la calle a unos cuantos de esos que consideran que pueden secuestrar mis vacaciones para su uso particular, como si solo su trabajo y su vida fuera importante.
A pesar del agotamiento, alguna cosa positiva si que ha habido. En Barcelona hemos comido en el Mussol, un restaurante próximo a la plaza de Maria Cristina. Ha sido un momento de gran relax y alegría, la comida estaba buena, el servicio era amable y el precio aceptable. No se le puede pedir más a un restaurante.
En el Aeropuerto, cuando nos han comunicado el primer retraso, me he puesto a escribir mi artículo. Una empleada de la compañía Flight Care nos ha localizado para repartir vales de bocadillos y refrescos. Todo un detalle. Naturalmente había gente que se quejaba. Ellos sabrían porqué o para qué, los controladores franceses no les iban a oír.
He procurado pasar el tiempo haciendo fotos a través de los churretosos cristales. No serán joyas de la fotografía pero me han mantenido entretenido.
Ha habido otro retraso y al final hemos salido cerca de las 21:30. El cansancio se ha notado mucho durante el vuelo que para mi ha sido francamente incómodo, encajonado junto a la ventana, acalorado, cansado y dolorido no podía dormirme y no encontraba la postura cuando estaba despierto.
Al llegar al Aeropuerto de Praga hemos tenido la sorpresa de que a la maleta de Mercedes le habían dado un golpe que se había hundido un costado. Por suerte la fibra de carbono ha resistido y en el hotel el abollado ha vuelto a su sitio.
Nuestras maletas han salido las primeras y hemos podido coger el último taxi de la parada. 600 coronas después, estábamos en el Hotel, donde nos hemos registrado sin más contratiempos.
Hace calor, pero al abrir las ventanas se cuelan un montón de ruidos de la calle, a pesar de que ya son las dos y media y que estamos en una cuarta planta. No he podido configurar la wifi que aseguran hay en la habitación, y estoy cansado. Me voy a dormir. O a intentarlo.
Praga 24/06/2010
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