De verdad que esto no es una técnica de marketing. Ya se que las grandes productoras enseñan primero los trailers y documentales sobre al película para que así le entren ganas de verla a todo el mundo. También hacen el documental de «como se hizo» para poner algo en el DVD que justifique comprarlo en vez de descargar la peli de la red. Sé como son todos esos trucos, pero no los estoy utilizando. La historia es tal como os la voy a contar.
Como Mercedes se ha ido de vacaciones a Murcia y me he quedado solo en casa, tengo que cocinar o irme a un restaurante. A mi me gusta cocinar y además disfruto haciéndolo sin que luego me echen broncas por no haber hecho las mezclas adecuadas, haber ensuciado un plato más de los necesarios o usar este cuchillo que no se usa para esas cosas. Disfruto porque lo hago a mi aire y para divertirme, que es un punto de vista muy diferente del que habitualmente tienen las mujeres que, aunque se diviertan, no pueden dejar de pensar que es una «obligación». En fin, no voy a meterme en ese pantanoso terreno de intentar entender o explicar lo que hacen o piensan las mujeres y voy al grano.
El otro día se me ocurrió que si cocinar es divertido, filmar en vídeo una receta es la monda. Dicho y hecho. Monté la cámara Panasonic y ¡acción!. Tuve que parar el rodaje mientras hervían los espagueti y no quería desmontar la cámara para que el punto de vista fuera el mismo, así que decidí filmar unas escenas adicionales que quería hacer con la GoPro. La cosa se desmadró, porque yo cuando me subo a un escenario, me pongo delante de una cámara o me dan un micrófono, me transformo y pierdo el control. Lo que salió fue esto:
¿Y donde está la vídeo-receta? «Próximamente en sus pantallas». Tengo un problema técnico consistente en que he rodado varios Gigas de video HD y eso no hay quien lo recorte para subirlo a Vimeo, asi que estoy trabajando en ello, pero os aseguro que aunque tenga que subir el vídeo a mi servidor, veréis esa vídeo-receta, ¡permaneced atentos a las novedades!