Uno de los usuarios de Instagram a los que sigo es @teresaumell, que recientemente publicó en su cuenta de esta red social un interesante dibujo que es la fotografía de diversos dibujos en su cuaderno,realizados durante un viaje. La presencia de numerosos sujetos utilizando sus móviles hizo exclamar a @agnesfongdibujos: «…libros, ¿alguien lee libros?».
No pude evitar contestar a la pregunta:
«@agnesfongdibujos, la respuesta rápida y fácil es «no». Muchos kilómetros (hasta tarjeta Renfe «oro») observando y dibujando a los otros viajeros avalan está respuesta. El utensilio universal es el teléfono. Es normal si piensas en sus utilidades: oyes música, ves la tele, películas, fotos, lees las noticias, revistas o libros, chateas, neavegas te dice la hora y dónde estás, te mantiene en contacto con familia y amigos y te permite hacer la compra o cambiar el billete … Hace unos años «la pose» era fumar. En cualquier grupo de gente había siempre alguien fumando. Los fumadores dominaban el paisaje humano. Hoy han desaparecido y de ha generalizado el de los usuarios de teléfono hasta niveles realmente molestos, como el de los que comparten sus intimidades o sus negocios a voz en grito con el resto del vagón. Pronto encontraremos, en las sesiones de dibujo con modelo que este posa con su teléfono en una pose que además de habitual de habrá hecho clásica.
Al teléfono le hacen una tímida competencia las tabletas y lectores de libros electrónicos y a más distancia, los portátiles y reproductores de música digital.
Naturalmente queda algún clásico, aferrado a su libro de papel como el náufrago que agarrado a un tablón intenta evitar que lo engulla el remolino.
También me gustaría decir que como los galos de la aldea de Astérix que resistían al invasor Romano, indudable signo de progreso, los dibujantes formamos parte de ese grupo de irreductibles que se resisten a la tendencia general, pero me da vergüenza hacerlo mientras estoy escribiendo esto en mi smartphone.»