Muchos de los que me conocéis habréis visto alguna vez uno de mis dibujos de huevos. Lo de los huevos es solo por la forma, podría decir ovoide, pero todo el mundo sabe como es un huevo.
El caso es que muchas veces me felicitan o me dicen cuanto les gustan mis dibujos. Y como me gusta atribuirme solo el mérito que es mío, tengo que explicar que el diseño original del personaje no es mío.
Todo empezó en la Academia cuando en primer curso me incorporé a la redacción de la revista Aguilas principalmente como dibujante. En aquel momento los alumnos más antiguos de la redacción eran de tercero, pues en cuarto no había nadie realmente interesado por la revista.
La revista tenia un tono satírico y el humor era muy específico sobre la vida académica y muy poco exportable a otros contextos sin los marcos de referencias y el argot común a los alumnos. A pesar de ello sobraban ideas, pero faltaban dibujantes. Los pocos que se dedicaban a ello eran asediados por los guionistas y editores para plasmar en monigotes sus chistes, ocurrencias o historietas, para solicitarles caricaturas de profesores o ilustraciones para artículos.
Como por otra parte los dibujantes también tenían sus propias ideas, estaban un poco hartos de los trabajos ‘a petición’ y decidieron crear un monigote tan simple que cualquiera pudiera dibujarlo.
Yo era un ‘nuevo’ de primero y andaba por allí como las maletas mascullando «si, mi alférez» a cualquier cosa que me decían y de los partos mentales que se sucedían uno tras otro sin pausa ni medida me reía casi a escondidas para evitar que con un falso enfado algún veterano me dijera «¿De que se ríe, nuevo?».
No se si el invento era del año anterior, habría que consultar los ejemplares de «Aguilas» del curso 1977-1978. Recuerdo a Juan Puche sentado ante la mesa de dibujo junto a Juan Sol, explicando la filosofía del invento: «un huevo y ya está, y el que quiera un chiste que se lo dibuje y no me deis mas el coñazo, joer!». El huevo era por tanto comunal, admitía interpretaciones (obra derivada) y se podría decir que un precursor del uso de licencias libres en mi vida.
Es cierto que a partir de ahí cada uno hacía su interpretación y que a base de práctica creo haber conseguido darle una expresión especial a una forma sencilla, en principio bastante inexpresiva al carecer de ojos, pero así fue como nació la idea, en octubre de 1978 en el palomar donde se encontraba la redacción de Águilas mientras nuestros compañeros sufrían la revista de policía y asistían al acto de arriado de Bandera antes de salir de paseo.
Y desde entonces los huevos me han acompañado toda mi vida profesional. En cada curso, reunión, seminario, breafing o rato de tedio se han colado en la hoja de papel que tenía delante para entretener, divertir y fijar conceptos. Durante casi un año, en 1986 aparecieron en forma de tira cómica en un semanario de Figueres, el «Hora Nova«. Pero hacer chistes por obligación no es tan divertido y requiere un estado de ánimo que algunos problemas y preocupaciones me hicieron perder un año después, con lo que se acabó mi ‘prometedora’ carrera como dibujante de prensa.
Aunque suelo dibujar en el margen de los apuntes, en cuadernos de notas, en papeles usados y casi en cualquier sitio, suelo conservar los originales, de los que tengo una buena colección. No es que tenga esperanzas de que un día se descubra mi genial estilo para pintar huevos, pero de vez en cuando me gusta repasarlos y , lo confieso, me pego hartones de reír solo. Y es que si no quieres aburrirte, lo mejor es tener la capacidad de reír de tus propios chistes.
Hace ya algún tiempo que venía madurando la idea de convertir los huevos en un dibujo vectorial, que facilitase la producción. Al fin y al cabo, tratándose de una forma tan básica tenía que ser fácil construir diversos personajes con muy pocas piezas ‘estándar’.
El resultado ha sido un archivo SVG con las formas ‘básicas’ de los huevos: Cuerpos, narices, brazos y pies. Lo he dibujado con Inkscape. Las piezas no es necesario usarlas exactamente como vienen. Es fácil girarlas, cambiarlas de tamaño o editar los puntos para adaptarlas a la situación y necesidades de la escena. Eso hace también que cada huevo sea diferente de los otros y de esa forma conserve un aspecto más artesano.
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