Caída libre

Navegando por la red he encontrado este interesante vídeo de paracaidismo. Está hablado en inglés, pero se entiende lo suficiente para saber que se trata de la planificación y ejecución de un salto de récord en Australia.
En este salto, he contado treinta y tres paracaidistas en siete círculos unidos entre si. No se si el récord es sencillamente por el número de los paracaidistas o porque antes de unirse van todos cabeza abajo, el ir de cabeza añade la dificultad de la velocidad. En una escena puede verse como uno se despendola y embiste a otro rompiendo la formación como si fueran los bolos alcanzados por la bola. Este tipo de accidentes pueden ser peligrosos por la velocidad a la que se están moviendo los paracaidistas.

En cualquier caso, el vídeo es precioso, se puede ver que está filmado por un montón de cámaras Gopro que llevan los propios protagonistas, lo que me da una sana envidia: me habría gustado en mis tiempos de paracaidista, poder contar con una cámara así.
En este salto se ve que salen del avión a bastante altura, quizás seis mil metros o más, porque en el avión, antes del salto, los paracaidistas van chupando de botellas de oxigeno. Al saltar de mayor altura se dispone de más tiempo de caída libre para intentar la formación, un ejercicio que resulta bastante complejo y requiere de grandes dosis de coordinación. Por eso los participantes, además de ser experimentados paracaidistas, deben ensayar los movimientos en el suelo antes del salto.
Los que no conozcan el paracaidismo deberían animarse y probarlo. Se trata de un deporte seguro, donde el porcentaje de accidentes es mínimo porque como en otras actividades aeronáuticas la seguridad es el principal objeto de atención.
La caída libre es una sensación placentera, más parecida a flotar en un colchón muy blando que a ‘caer’ . No existe esa sensación de que algo se abre bajo tus pies o el estómago se sube a la garganta como en la noria, todo el cuerpo baja flotando acariciado por el viento como cuando sacamos la mano por la ventanilla en un coche. Cuando el paracaidista se desprende del miedo y se relaja disfruta del salto y el cuerpo se mueve de forma instintiva para dirigirse a donde se desea. Es como ir en bicicleta: mucho más difícil explicarlo que hacerlo.
Los aterrizajes con los modernos paracaídas son tan violentos como saltar desde el bordillo de la acera. El paracaídas se controla como un ala, al llegar al suelo se frena, pierde velocidad y se desploma. depositándonos suavemente sobre el suelo. La euforia es la sensación que sucede a los primeros saltos. Sin lugar a dudas vencer todos los reparos que nos da salir de un avión en marcha, controlar el vuelo, disfrutar de las sensaciones y aterrizar sano y salvo, produce un fuerte refuerzo de nuestra autoconfianza, que mezclado con la adrenalina producida durante la experiencia,… es un auténtico subidón.
Os recomiendo que lo probéis.

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