Ventdelplà 

Ventdelplà  es un pueblo imaginario cuyos habitantes protagonizan la serie televisiva más popular de Cataluña. Los exteriores están rodados en Breda, un pueblecito de la provincia de Girona, cercano al límite con la provincia de Barcelona, en las faldas del Montseny y próximo a la autopista AP-7.
El motivo de nuestra visita, quizás la excusa, era comer en un restaurante, la Fonda Montseny, que hace pocas semanas apareció en el programa cuines de TV3. Desgraciadamente -y quizás habría que decir también que «previsiblemente»- no había ninguna posibilidad de tomar ni una tapa sin reserva previa y decidimos comer en un restaurante situado justo enfrente, llamado «Ca l’Avi» con un tipo de cocina tradicional, completamente diferente a lo que íbamos buscando. Sin embargo comimos muy bien atendidos, unos platos exquisitos y a un precio completamente razonable.

Después de comer «ya que estábamos allí» y «para bajar la comida» fuimos a dar una vuelta por el pueblo, donde como por casualidad pudimos ver algunos de los rincones que sirven de localización exterior para la serie de televisión. Curiosamente la casa de la Teresa, la médico protagonista es una casa abandonada de la que solo se usa la fachada y la puerta.
Sin embargo nos encontramos con la agradable sorpresa de que el pueblo conserva unos rincones de gran belleza en los edificios históricos del centro y alguna casa interesante desde el punto de vista arquitectónico.
La población tiene su origen en el siglo IX y adquirió su personalidad alrededor del monasterio benedictino de Sant Salvador, fundado en el siglo XI y del que solo queda el majestuoso campanario y el lado norte del claustro pero cuyos restos se encuentran integrados en las casas que rodean este monumento formando un barrio donde también puede encontrarse el antiguo patio de la Abadía de una gran belleza y perfectamente restaurado.
El ayuntamiento de la villa está curiosamente ubicado en la antigua iglesia parroquial que tras la desamortización de Mendizabal fue intercambiada por el Ayuntamiento por la iglesia del monasterio de San Salvador donde ahora se realiza el culto.
Queda pendiente para otro viaje la comida en la Fonda Montseny.

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