La piscina de mierda

A la hora del bocata, que puede ser la del café, almuerzo o aperitivo, los españoles nos dedicamos a arreglar el mundo. No lo hacemos en horario de trabajo ni los domingos en la tranquilidad familiar o por las tardes al llevar a los niños al parque, la hora de dar nuestra opinión sentenciosa sobre los males que aquejan al país y sus evidentes soluciones es un momento en medio de la jornada laboral donde nuestra mente se haya disfrutando de un máximo de randimiento y somos capaces de hacer analisis lúcidos y clarividentes estimulados por el debate con los colegas.
Si pudieramos nombrar ministros alternativamente por veinte minutos a todos los españoles y cada uno lo fuera durante sus veinteminutos de gloria de la hora del cafe, nuestra patria sería la gran primera potencia mundial que todos deseamos y la felicidad de nuestros conciudadanos sería tan grande y contagiosa que no podría menos que barrer la desgracia y la injusticia de la faz de la tierra.
Lamentablemente una solucion óptima como esa no es viable porque el demonio está en los detalles y en este caso no encontrariamos a ningún funcionario dispuesto a currarse 72 nominas de ministro diarias con sus correspondientes altas y bajas mientras espera su vez, su turno para ser ministro.
De esta forma tenemos que conformarnos con los minutos de lucidez que nos proporcionan los colegas del curro mientras esperamos el momento de meter baza, a ser posible para tirar por tierra sus disparatadas teorías y ofrecerles la luz de nuestras ideas geniales.
Estábamos en una de estas el otro día y andaba meditando yo sobre tanto talento desperdiciado, asombrado del hecho de que siendo que cada uno de los españoles conocemos el remedio absoluto para al menos un problema grave, siempre pongan en el gobierno a los que aparentemente más ignoran. Y discurría también que pasaría si cada uno de nosotros eligiera un problema, aunque fuera pequeño del que conocemos la solución y se aplicase a resolverlo.
Entonces como si me sacudieran un latigazo de energía más potente que un rayo me llegó la inspiración, ví la luz. Por desgracia no era la revelación sobre la solución absoluta y definitiva de los problemas de la humanidad, solo la visión esclarecedora de por qué no los podíamos solucionar ni nosotros ni los señores ministros.
Reconozco que la visión era algo escatológica, pero así son las cosas de la revelación, es un don que hay que aceptar como viene. Y lo que vi es que vivimos en una balsa de mierda. Es como una habitación, no es cochambrosa ni lóbrega, simplemente una habitación amplia e iluminada pero en el suelo hay entre diez centímetros y un palmo de mierda que nos cubre por encima del tobillo. No representa una grave amenaza para nuestra vida, no vamos a ahogarnos en el pestilente y desagradable elemento, pero aunque nuestro cerebro ya ha aprendido a filtrar el umbral de olor necesario para ignorar la principal cualidad del cremoso excremento, es molesto. No creo que sea necesario ofrecer más detalles ni especificar porqué nos resulta molesto vivir con mierda por encima del tobillo, si alguien no lo entiende, la verdad, que deje de leer y se lo haga mirar, este blog no es para él.
El caso es que todos quisiéramos limpiar la habitación y tratamos de apartar la mierda justo en el lugar que ocupamos. Unos lo hacen con los pies, otros incluso se agachan para ayudarse con las manos a pesar de que cuentan terribles historias de abusos a alguien que fué sorprendido en esa posición. Incluso hay algún espabilado que ha encontrado una pala o una tabla con la que ayudarse y en un momento de frenesí ha conseguido ver el pavimento. Sin embargo el resultado es igual de inexorable para todos: la mierda fluye y rellena el hueco apenas despejado.
Esta es la razón por la que tanto talento se desperdicia de forma aparente en las horas del café a lo largo de nuestra geografía. No se puede limpiar una sola baldosa, no se puede solucionar un problema porque unos dependen de otros. Vemos fáciles soluciones a problemas reducidos, pero son falsas porque esas soluciones afectan a otros problemas, crean problemas adicionales o dependen para su consolidación de la solución de otros problemas. No acabaremos con la corrupción condenando a unos pocos corruptos, los ciudadanos tienen que rechazar la corrupción incluso cuando les beneficia, la sociedad tiene que sentir repulsa hacia una práctica que la empobrece. Y así con muchos otros problemas que podríamos ir encadenando uno con otro hasta hacer una representación fidedigna de la mierda donde hundimos nuestros pies.
Entonces, ¿Es que no hay solución?. Naturalmente que la hay. Consiste en quitar toda la mierda de la habitación, no solo de la parcela bajo nuestros pies. Eso requiere esfuerzo, constancia y trabajo en equipo, cualidades que solo apreciamos en el prójimo. Y nadie puede quedarse al margen. No puede ser que haya pasmarotes por en medio estorbando, hay que abrir la puerta y empujar la mierda hacia fuera. Pero ¿Donde está la puerta? Eso sería un buen principio.
Pues aqui voy a dar mi opinión. Yo también tomo café y no me callo. El principio es la educación y la justicia. No como servicios de la administración sino como principios sociales, como valores y como metas. Hay que educar a los niños en el rechazo a la mentira y los tramposos, en el respeto a la ley y el trabajo en equipo, en la dicha de compartir y descubrir. Y la justicia tiene que funcionar. Las normas han de respetarse y no se pueden tener leyes chapuceras hechas con el único fin de saltárselas a la torera o de justificar a los políticos para que puedan decir que ‘han hecho algo’. No hay Estado de Derecho sin respeto absoluto a la Ley, sin la veneración por la norma y su cumplimiento estricto por parte de todos, cumplimiento sin atajos ni excepciones, no hay ni libertad ni democracia ni bienestar ni solución a ningún problema. No se puede jugar si las normas no las respetan todos.
Educación y Justicia. Eso es algo que está al alcance de todos, algo que todos desde nuestro nivel en la sociedad podemos practicar y exigir. Es verdad que hay mucho por hacer y que aquí huele mal, pero podemos empezar a cambiarlo.

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