Más que nada en el mundo,
Juan Salvador Gaviota
amaba volar.
Ayer por la tarde estaba hablando con Javier Ortega que había venido a Paní para hacer un reportaje sobre el escuadrón que aparecerá en la revista Defensa. Mientras tomábamos el café en el pabellón, a los dos se nos fué la vista hacia la ventana donde una gaviota se mecía en el fuerte viento de Tramontana manteniendo su posición sobre el terreno, dejandose balancear y arrastrar unos metros más allá para, un instante después, recuperar de nuevo su posición.
Como un consumado artista del vuelo, aplicaba todos los trucos de la aerodinámica para mantenerse inmovil o realizar leves desplazamientos. A los dos nos asaltó la misma pregunta, abandonando el tema de conversación que nos ocupaba: ¿Disfrutan las gaviotas del vuelo?. Viendo aquel espectáculo teniamos que concluir que no había ninguna razón práctica para que aquella ave estuviera alli aguantando el viento y el intenso frio que hacía – a pesar del brillante sol de invierno – si no estaba experimentando o disfrutando del vuelo como cualquier volovelista haría en una ladera. El libro de Richard Bach, ‘Juan Salvador Gaviota‘ nos vino inmediatamente a la memoria.
Javier desenfundó su Canon EOS digital y nos acercamos a la ventana para hacer unas fotos. Por un momento aquello pareció disgustar al pájaro que se fué a dar un garbeo lejos de nuestra indiscreta mirada, pero o bien la emoción del planeo pudo más que el temor a los curiosos o después de inspeccionarnos de lejos, decidió que no suponíamos una amenaza.
Alli estuvimos ensimismados cotemplando con envidia las evoluciones de la gaviota hasta que tuvimos que volver resignados al motivo de nuestro encuentro. Queda como testigo esta magnífica imagen que Javier me ha cedido generosamente y que puede que no sea muy original o que a alguien le parezca que es solo una gaviota, pero ¿que más dá?, ¿habeis visto como vuela?. Es un espectáculo maravilloso.