Quizás alguien recuerde la caligrafía como unos tediosos ejercicios escolares de nuestra más tierna infancia.
Sin embargo para mi la caligrafía consiste en dibujar textos y reúne dos cosas que me causan un gran placer, escribir y dibujar. Cuando un texto se expresa con una forma plástica atractiva, refuerza su mensaje.
En estos dias de fiestas siempre hay oportunidades para practicar la caligrafía. Desde los nombres en la mesa familiar a las tarjetas con el nombre del destinatario de los regalos son ocasiones de practicar, disfrutar y sorprender o agradar a nuestros seres queridos.
Una simple frase, un pensamiento, propio o de un autor reconocido, pueden ser un magnífico regalo para alguien que nos aprecie.
Aquella frase que siempre repetiis a vuestros hijos, la recomendación que os hizo el abuelo, la frase del profesor que marcó tu vida o el pensamiento de un filósofo, los versos de un poeta pueden servir de señal en un libro, enmarcar en la pared o pincharse en el tablón del trabajo o ponerse con un imán en la nevera.
Si no estáis inspirados, podéis encontrar citas y frases en Wikiquote. No se trata de hacerse pasar por un intelectual o de quedar como un pedante. Muchas de estas frases pueden ser inspiradoras y expresar nuestros propios sentimientos con la habilidad de un gran autor.
Para practicar la caligrafía es mejor tener un buen pulso, pero con unas lineas de lápiz que luego se borran y un poco de paciencia, todos somos capaces de escribir bellamente.
Para empezar recomendaría un manual. Yo compré el «Taller de Caligrafía» de Gaynor Goffe y Anna Ravenscroft. Pero hay muchos otros. En los libros se aprenden algunos trucos y se encuentran ejemplos que practicar, luego se cierra el libro y se olvida uno de las normas y deja que su personalidad fluya en el escrito. Lo rustico y desigual es igualmente bello si se escribe con el corazón. Si queréis letras iguales, perfectas y regulares, usad el ordenador: hay muchas colecciones de fuentes y con un programa como Inkscape podéis componer textos bellísimos en diferentes tamaños y colores.
El material básico son las plumillas y las tintas. Cualquier papel de calidad sirve de soporte. Yo siempre preparo un trozo de papel higiénico sobre la mesa para hacer de secante y sobre todo para limpiar las plumillas después de usarlas.
Plumillas hay de diversos tipos. Las de punta muy afilada sirven para dibujar, las de punta plana son las que más me gustan porque con ellas se puede modular la linea según el ángulo de inclinación de la plumilla con la horizontal. Algunas plumillas acaban en una forma redonda: son para trazar lineas de grosor constante, y en caligrafía se usaban para las leyendas en los planos técnicos.
Se puede usar tinta para pluma, tienta china o tinta de colores para dibujar. Algunas tintas son mas espesas y otras fluyen más, hay que buscar la tinta que mejor se lleva con la plumilla que usamos y tener un papel para practicar el trazo y dejar el borrón inicial en vez de estropear nuestra obra. Yo recomiendo las tintas azules, negras y moradas y huir de las verdes y naranjas, pero para gustos, los colores.
Lo más divertido es experimentar y hacer nuestros propios descubrimientos. Practicar es la mejor forma de mejorar el pulso y esa previsualización del texto que ayuda a componerlo y a llevar los trazos al punto adecuado. Y mucho cuidado con el orden sobre la mesa y los movimientos bruscos. Solo un rato antes de escribir esto me he tirado un tintero enterito encima: «¡Es necesario que haya sacrificios!» (Otto Lilienthal, poco antes de morir como consecuencia del accidente aéreo que acababa de sufrir)
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