Llevo días pensándolo, lo que más abunda en la red son los blogs de cocina. Si lo sabré yo, que soy víctima de uno de los mejores. Antes de haceros partícipes de mis meditaciones sobre el tema, y como el que no quiere la cosa, confesaré que este es un post patrocinado: Podeis votar por Rezeditas (mi blog de cocina favorito) en el concurso de Gastroblogs (1 voto por día e IP).
Pasado este trance y para compensar vuestra amabilidad os comentaré la razón de la abundancia de blogs gastronómicos.
La razón es que de los tres placeres básicos de la vida uno suele ser bastante aburrido y aunque más allá de los ronquidos hay quien se empeña en hacer literatura onírica, esta no atrae muchas visitas.
Sobre el segundo placer básico y que se desarrolla normalmente en la alcoba, suele haber pocos atrevidos que hagan publicidad de sus prácticas, aunque siempre hay gente para todo y hasta esto se comparte con todo lujo de detalles literarios, fotográficos y multimedia. Me perdonareis que no ponga enlaces de ejemplo, pero este blog puede ser leído por menores de edad y quisiera que pueda seguir así.
Nos queda el tercer placer básico, que todo el mundo puede disfrutar de formas lo más variadas y originales, donde puede darse rienda suelta a la creatividad o seguir las mas tradicionales indicaciones de la abuela y en cualquier caso ser considerado una persona genial.
Aquí se cumple a la perfección el refrán aquel que dice que «cada maestrillo tiene su librillo» y pronto no habrá ama de casa y por ende cocinera que se precie, que no tenga su propio blog de cocina, so pena de ser criticada con saña en la escalera: «Fijate si será dejada que no tiene ni blog de cocina»
Algunos de mis más ingeniosos lectores habrá llegado a estas alturas a la conclusión de que he olvidado un cuarto placer básico, pero tengo que decir que mis asesores de imagen y literarios me han recomendado no incluir en el blog contenidos escatológicos.
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Te has dejado uno, importantísimo para todo aerotrsatornado, VOLARRRRRRRR
Por mucho que nos pese, hay que reconocer de básico, nada. Precisamente por eso se llama ‘aerotrastornados’ a aquellos que -de forma anormal- disfrutan de experiencias orgásmicas relacionadas con el vuelo (Salvo los miembros del club de la milla), sueñan con deslizarse entre las nubes, se olvidan de comer mientras observan embelesados aviones en vuelo o en tierra y en general disfrutan que te cagas con cualquier cosa relacionada con la aviación. Pura anormalidad.