Hace un tiempo hice un curso sobre conservación y reconocimiento de fotografías históricas. Aunque estaba especialmente enfocado a objetos anteriores a la aparición del aeroplano como los daguerrotipos, ferrotipos y demás precursores de la actual fotografía química, contenía suficientes enseñanzas sobre conservación, manipulación y reconocimiento de positivos en papel como para hacerlo muy interesante.
En primer lugar, el profesor del curso nos hizo la distinción entre el ‘objeto fotográfico’ y la imagen que contiene. El curso tenia como objetivo los objetos fotográficos como tales independientemente de la imagen (‘el santo’) que apareciera en ellos, sin embargo a mi me interesan ambas cosas, y si tengo que ser sincero, casi más la información que contiene el objeto que el propio objeto.
Para conservar el objeto es importante alejarlo de la luz, del polvo y de los elementos químicos. La inmensa mayoría de los plásticos que reutilizan en álbumes o bolsas se descomponen o degradan pudiendo destruir aquello que pretenden preservar. Los sobres o cajas de papel contienen adhesivos. El propio papel moderno está fabricado con celulosa o contiene blanqueadores químicos. Pasado un tiempo este papel se descompone o exuda ácidos que decoloran, manchan o destruyen los objetos fotográficos (positivos o negativos).
Existen algunas páginas Web de comercios especializados en sobres, cajas y demás material para la conservación de fotografías.
La primera conclusión global es que la conservación de fotografías es cara. Muy cara. Puede que más cara que la adquisición de los propios fondos de fotografías. Los archivos públicos están obligados a recibir y conservar los depósitos de fondos fotográficos que reciben, pero según nos contaba una archivera, esto está suponiendo hoy en día un problema para la Generalitat ya que en principio se estima en unos 3 euros el coste de conservación de cada fotografía.
Como aficionados, podemos poner en práctica algunas soluciones que combinen la economía con la eficacia. Para rentabilizar al máximo nuestra inversión hay que estudiar un poco sobre calidad y características de materiales para identificar aquellos más nobles. A veces hay descubrimientos sorprendentes. Por ejemplo un asistente contaba que los sobres de plástico para billetes de pesetas desechados por el banco donde trabajaba como obsoletos, estaban hechos de un material de calidad inmejorable por lo que habían pasado a ser un medio de conservar sus fotografías bueno y barato.
Lo primero que hay que olvidar son los álbumes de hojas adhesivas. La sustancia pegajosa que tiene la página para retener la foto es puro veneno para la misma. Las cubiertas plásticas no suelen ser de calidad. Las fotografías deberían conservarse envueltas en papel en cajas de cartón y en posición horizontal, nunca vertical. Estas cajas y los armarios que las contienen deberían proteger a las fotografías de la luz, el polvo y la humedad.
Hay parásitos específicos del papel. Bichitos que se alimentan de papel, les da igual que sea literatura o pornografía. Aunque no se tiene conocimiento de ninguna especie con especial predilección por los temas aeronáuticos, los documentos de esta materia no están a salvo de estas plagas. Los desinfectantes, insecticidas, etc. son productos químicos y por tanto ni ellos ni sus vapores deben entrar en contacto con las fotografías.
Para manipular las fotos es imprescindible tener unos guantes. Los guantes blancos de hilo (por ejemplo, los del uniforme de gala) pueden hacer este papel perfectamente. El sudor y la grasa o suciedad de nuestras manos puede afectar a la fotografia.