Alguien me decía hace poco «Yo creo que se puede ser militar y pacifista» y yo le contesté que no solo se puede, sino que a toda persona sensata, no queda otro remedio. Es verdad, ¿Que clase de estúpido amaría la guerra? ¿Quien podría ser tan cruel como para recomendar incondicionalmente su práctica? ¿Que descerebrado la defendería como algo bueno?. Nadie en su sano juicio.
Sin embargo la guerra existe, ha existido durante toda la historia de la humanidad y hay quien vive resignado a pensar que existirá siempre. Y esta resignación le lleva a no esforzarse por evitarlo. La paz y la guerra, como el bien y el mal, el odio y el amor, el egoísmo y el sacrificio, forman parte de la naturaleza humana. Y de esa naturaleza también forma parte la curiosidad por el origen y el final, la vida y la muerte, las causas y la esencia de las cosas. Las vueltas que les damos a esas cosas nos definen como humanos, la búsqueda de la verdad nos define como personas. De tal forma que si la guerra es algo muy humano, procurar la paz es propio de personas decentes. Y hasta aquí es hasta donde creo que podemos estar de acuerdo.
Porque para avanzar más en el contraste de pareceres sobre estos conceptos sería necesario hacer definiciones y asegurarse de que nos referimos a las mismas cosas. Desgraciadamente la paz como otros valores sociales es un concepto usado frecuentemente por demagogos con intereses bastardos. Esos que llaman a la guerra para defender la paz cuando lo único que defienden son intereses pecuniarios. Sus intereses, claro. O aquellos que llevados de sus buenas intenciones creen que simplemente con enunciarlo, el Bien se extenderá por el mundo sin tener en cuenta que si bien los ideales nobles son propios de grandes personas, el idealismo es pan de tontos, exactamente un pan en cada ojo para los que como avestruces creen desaparecer enterrando la cabeza en la arena. No, el mal no desaparecerá simplemente con desearlo y la paz implica seguridad y supervivencia para todos, no solo para los menos escrupulosos.
Ni los demagogos ni los idealistas nos traerán a la paz. La paz es algo por lo que debemos trabajar cada uno buscando eliminar de nuestra vida diaria la violencia, pero también sobreviviendo y preservando los valores que hacen posible esa paz. Aqui llegamos a uno de los dilemas más intrincados del problema. ¿Es lícito defender la paz, incluso con la violencia? ¿Hay otra forma de hacerlo?. Ser pacifista también es plantearse estas dudas y entender que en la vida real hay muchas veces que son difíciles de responder. Los problemas complejos no tienen soluciones simples.
Nos gusta pensar que hemos adquirido un grado de civilización que nos permite renunciar a la violencia, pero ni es completamente cierto ni desde luego es cierto para toda la humanidad. Mientras se encuentren en peligro los valores en los que creo y las personas a las que amo o la sociedad que me acoje, yo estoy dispuesto a afrontar peligros o a ejercer la violencia para defenderlos.
Puede que haya quien me diga que con esos planteamientos no puedo considerarme pacifista, ya que considero que la supervivencia debe prevalecer sobre la paz. Yo creo que sí, porque sin supervivencia no hay humanidad y por tanto tampoco ninguno de los valores que nos hacen personas y por tanto, …tampoco la paz podria existir.