El pasado día 20 tuve ocasión de asistir aquí en Figueres al inicio del cuarto ciclo de conferencias patrocinado por el Museu de la Técnica de l’Empordà. Los que conocen estos ciclos de conferencias de otros años ya saben que resultan un fenómeno curioso ya que Figueres, una ciudad mediana -o incluso quizás pequeña- no estaba acostumbrada a este tipo de fenómenos culturales.
Cuando digo ‘este tipo‘ me refiero a dos circunstancias, definitorias hasta el momento de los dos últimos ciclos: la calidad y el nivel científico de los conferenciantes y el éxito obtenido. Quizás una cosa lleva a la otra y cuando el conferenciante y la charla tienen un nivel elevado indudablemente atraen el interés de la gente.
El caso es que el otro día nos hablaba José Manuel Fernández de la Bastida, Vicepresidente de Investigación Científica y Técnica del CSIC. Su lista de títulos y reconocimientos académicos usaban unas nueve lineas del programa, así que no las repetiré aquí.
En su charla ofreció una interesante panorámica de la investigación en España mostrando una visión optimista pero haciendo incidencia en las necesidades y en los retos que aún nos quedan por superar destacando entre ellos el de la inversión, especialmente la privada en proyectos de I+D y la necesidad de establecer canales que permitan convertir los avances científicos en productos de mercado que hagan rentables esas inversiones en Investigación, Desarrollo e Innovación.
Quizás lo más preocupante es la desproporción que existe entre la posición que ocupamos como nación en el concierto económico y político internacional y nuestra posición en el ámbito de la investigación. Además de ello, existe también una desproporción entre nuestra producción en investigación y parámetros como la producción de patentes o las publicaciones que indican la calidad de las investigaciones realizadas.
Desde luego la solución no pasa solo por la inversión de dinero. Quizás hay que conseguir otros objetivos como una adecuada divulgación científica, una educación que prime los méritos del conocimiento y prestigie entre los chavales la figura del investigador y del hombre de ciencia y sin duda la elevación del estatus social y económico de los investigadores para que podamos ver florecer fuertes y frondosas las ramas del árbol de la ciencia.