Siempre había tenido la obsesión de guardar todos los libros que pasaban por mis manos. A mi modo de ver los libros contienen el saber y si los tienes a mano y sabes donde buscar, ¿para qué memorizarlos?. De esta forma la biblioteca personal constituía un banco de conocimiento útil y
He sido durante muchos años lo que se podría definir como un «mal estudiante», mis notas no eran brillantes, aprobaba rozando el listón y apuraba las convocatorias. Eso se debe a una estricta aplicación de la política del «mínimo esfuero» o como diría cualquier especialista en logística militar de «economía de medios».
Pude constatar que era una mala política y llegué a tener la certeza de que cada pequeño incremento de esfuerzo me reportaba un considerable aumento de beneficios, concediéndome al menos el margen de disfrutar de algún verano sin asignaturas pendientes y finalmente ingresar en la Academia y acabar la carrera.
Sin embargo, antes y después mantuve un profundo respeto y cuidado de mis libros de texto. Pensaba que si guardaba los libros siempre tendría donde consultar. Anticipándome a las corrientes pedagógicas que postulaban que «no hay que aprender las cosas de memoria», yo procuraba recordar simplemente en qué libro tenía que consultarlas.
Este amor a los libros se extendía a la literatura y otros tipos de libro y así he llegado a acumular una extensa biblioteca. Pero como las condiciones han cambiado estoy realizando un importante expurgo de la misma. Hay muchas materias que hoy en día pueden consultarse en internet y algunos temas que o bien no me es necesario consultar en los libros o en los que los libros que tengo han quedado obsoletos.
Repasando los libros a los que iba a «jubilar», encontré una ilustración en un libro de geografía de España, probablemente de mis once años allá por 1969. En el puede verse un avión que es fácil identificar como un Gloster Meteor pintado con un curioso esquema de pintura que podríamos llamar «Verde Guardia Civil».
Hay varios aspectos curiosos en esta ilustración. Por supuesto se trata de un Gloster Metor sin lugar a dudas. Aunque no muestra su característica cola en forma de cruz, la identificación es clara. Si lo comparamos con esta imagen que he encontrado en la red podríamos pensar que está calcado e invertido. Más difícil resulta determinar la versión si ver la cola y sin saber si las ametralladoras laterales se obviaron o corresponde a una versión sin ellas.
Naturalmente el Ejército del Aire nunca tuvo aviones de ese tipo a pesar de que en la imagen aparece con las escarapelas españolas y un curioso esquema de pintura ‘verde guardia civil’. No menos fantasiosa es la rotulación del fuselaje. Como último detalle, en la cabina pueden apreciarse dos figuras, que daría a pensar que se trata de un modelo biplaza, quizás lado a lado, lo que es completamente inexacto. Los Meteor biplazas lo eran en «tandem» con una cabina alargada. También podría ser que el artista haya querido representar a un niño que vuela…en las rodillas del piloto?.
Sin duda esa sería una buena forma de aprender geografía, pero la cultura aeronáutica se resiente un poco a ver tan ligeramente tratado el tema en un libro de texto.
Me gusta esto de la “economía de medios”, vaya que yo también soy de los de aplicar esta política. Una entrada muy agradable, me ha gustado :)