Hoy he estado en la celebración de los Ãngeles Custodios, la fiesta patronal de la Policía. Mientras nos soltaban un ladrillo, como todos los años, sobre los servicios más destacados realizados, recontando detenciones, aprensiones de droga, desarticulaciones de bandas mafiosas y otras muchas acciones meritorias pero de relación completamente tediosa yo andaba pensando que no es fácil el oficio de policía.
Mi abuelo, que era funcionario de prisiones, decía que «la peor gente del mundo son los policías y los funcionarios de prisiones porque de tanto tratar a chorizos, o se creen que todos somos unos chorizos o se vuelven ellos unos chorizos». Mi abuelo murió cuando yo era muy pequeño y de lo poco que me acuerdo de él son buenos recuerdos, asi que no quisiera llevarle la contraria, pero su opinión me parece un poco drástica.
Sí que es cierto que estar en contacto a diario con las miserias del alma humana no debe dejar indemne a la mayoría. Mantener la ilusión y la fe en los ideales restregándose a diario con la inmundicia de la sociedad no debe ser fácil.
Creer que toda los policías son malos es algo tan simple y estúpido como pensar que solo hay ‘ángeles custodios’ en el cuerpo. Pero hay que pensar que el balance debe ser positivo cuando la sociedad sigue funcionando, porque su misión es tan importante que si el balance no fuera positivo, la sociedad no funcionaría.
Por eso yo preferiría que año tras año en vez de soltarme un rollo con la retahíla de detenciones y kilos de coca incautados me dijeran : «Hemos hecho lo que hemos podido, lo mejor que sabemos y aún nos queda ilusión para seguir haciéndolo el año que viene».
Que no es poco. Solo por eso tienen mi admiración y mi cariño.