Al felicitar la navidad siempre me queda la reserva de que se trata de un gesto inútil, una pauta social que nos obliga a aparecer como muy alegres y beatíficos durante unos dias para poder seguir comportándonos como alimañas el resto del año.
En resumen el dilema es si se trata de pura hipocresía o resignación. Queda pensar que más vale ser, o intentar ser, moral y solidario al menos una vez al año que no serlo nunca y que -a pesar de los atracones a turrón- a nadie le amarga un dulce.
Por supuesto, como ser social, me suelo guardar estas meditaciones para mi vida interior y para este blog que leeis cuatro gatos que ya sabeis que dentro de la olla me cuecen muchos grillos. En el mundo real, lo confieso, yo también envío felicitaciones. Reconozco que además, en el colmo de la candidez, lo hago con deseos sinceros. ¿Redimirá eso el resto de los pecados consumistas de la Navidad?.
Si hay alguno de los significados de la Navidad que predomina ante los demás es la familia. Creo que es además un sentimiento universal y que devotos creyentes o agnósticos militantes no pueden reprimir el recuerdo de algunas Navidades en familia y sufren más que en otras épocas la querencia de la cuadra. Por eso suelo enviar como felicitación de la Navidad una foto de la familia. Es también el reconocimiento de que hay direcciones en mi agenda cuyo único sentido es enviarles una felicitación de Navidad.
Me gustaría escribir algo ocurrente y profundo para explicar el hecho de enviar mis felicitaciones por correo electrónico, pero el motivo es más prosaico y se debe a mi natural vagancia. Mienten quienes han rumoreado que debido a mi naturaleza ahorradora lo hago para ahorrarme sellos, sobre y postales. El rey Herodes les confunda y los Magos no encuentren la ventana de su casa.
Como es natural, lo de las felicitaciones raramente queda impune. Todos los amigos familiares y contactos que han recibido tu felicitación desean fervientemente corresponder. Otros se anticipan o te felicitan aun habiendo sido ignorados: es Navidad. Y empiezan a llegar correos electrónicos.
Creo que la segunda fuente de estrés de mi cuenta de correo, después del spam y los hoax son las felicitaciones de Navidad.
Están los que creen en aquello de «Caballo grande, ande o no ande» y envían animaciones o ‘pobuerpoins’ de varios megas, atascando buzones y consumiendo ancho de banda inútilmente porque quedaban igual de bien poniendo sencillamente ‘Feliz Navidad’ que copiando una manida ocurrencia tanto si lleva varios años dando vueltas por la red como si es novedad de este año.
Esa pesadilla se complementa con la de los «tartamudos«. Bien sea por torpeza personal, por entradas duplicadas en su agenda o por alguno de esos demonios que pueblan la red y maltratan a los servidores de correo, el caso es que te acaban llegando tropecientos mensajes iguales.
Luego vienen los que envían la felicitación a todos sus contactos sin usar la ‘lista oculta’. Yo sinceramente creo, confío firmemente, que ninguno de los que me felicitan así lo haga a un spamer coleccionista de direcciones, pero aun así preferirían que aplicasen mas medidas de seguridad que la OTAN a la hora de proteger mi dirección de correo. Por ejemplo el principio de ‘necesidad de saber’. ¿Que necesidad tienen el resto de sus contactos de saber mi dirección?. Ninguna. Pues, por favor, por favor, usemos el Bcc:, cco: o «Lista oculta» para enviar correos a varios destinatarios.
No voy a continuar con los que envian SMS en horas de congestión de la red a pesar de haberte felicitado varias veces, o la de los retrasados, que envian las felicitaciones después de Reyes, o …pues eso, que no voy a continuar y tengamos la fiesta en paz «que es Navidad».