Me fascinan las cajas. Este es un detalle que quizás no debería revelar nunca a mi psicoanalista. Tengo que acordarme el día que tenga un psicoanalista.Supongo que tiene que ver con la incapacidad para organizarse, manifestando un anhelo compulsivo de orden que se ve atraído por aquellos objetos que pueden facilitarlo. O quizás es el reflejo de una sensación subconsciente de vacío que espera ser rellenada para producir la ansiada sensación de plenitud. Como puede verse, no necesito un psicoanalista para disfrutar de unas frases tan grandilocuentes como carentes de sentido.
En cuanto a las cajas, cajitas y otros recipientes, sea lo que sea lo que un psicoanalista pudiera decir de ello, me gustan. Yo quiero pensar que se trata de mi tendencia al análisis y a clasificar y ordenar las ideas. Quizás si pudiera tener una caja para cada idea podría ir a buscarla cada vez que la necesitase. Una caja a medida de cada idea, del tamaño apropiado que encaja como en un rompecabezas con las cajas de las demás ideas, optimizando el espacio y agrupadas por afinidades, siempre disponibles, solo rellenas de ideas relevantes, útiles, nobles sentimientos, un almacén lleno de la riqueza intelectual y emotiva que acumulas durante la vida, la sabiduría intelectual y emocional, la auténtica riqueza y el único capital que merece la pena atesorar.
Aunque también es posible que más allá de las interpretaciones filosóficas o intelectuales haya sido un simple arrebato de pasión por el origami que me ha llevado a probar el método para hacer una caja de papel cuando lo he visto en pinterest.
Pingback: Bitacoras.com