Yo no juego habitualmente a la lotería. En general, a ningún juego de azar. No me parece que el azar sea algo a lo que se puede confiar nada y menos el dinero y la fortuna. Siempre he tenido el convencimiento firme de que no me iba a hacer rico con la lotería.
Sin embargo, como otras tantas cosas en nuestra vida, la compra de loteria en Navidad es un acto social. En el Escuadrón se compra de un número en el que todos participan en la cantidad que desean. La mayor parte compra «por si acaso» le toca a sus compañeros, no se fueran a quedar con tres palmos de narices viendo como los otros saltaban de alegría.
A mi ya me ha pasado. Estando en la Academia, en la Navidad de 1980 la señora de la limpieza vendía participaciones y casi todo el mundo le compro una. Yo no compré ninguna, fiel a mis principios. Tocaron unas sesenta y tres mil pesetas (480€) en cada participación lo que representaba una pequeña fortuna, teniendo en cuenta que nuestro sueldo como Alféreces Alumnos era de unas doce mil pesetas (72€) y la cámara reflex con un objetivo y un zoom que me había traído un compañero de los Estados Unidos me había costado treinta y cinco mil pesetas (210€).
Aquello no me causó ningún pesar, como no me lo causaría ahora. Cada semana hay sorteos de la Lotería y cada semana le toca la Lotería a alguien. A mi no me puede tocar, porque no juego. Si entre los que juegan le toca a alguien de mi entorno yo me alegro mucho, más que si le toca a alguien que no conozco. No siento que no me haya tocado a mi, porque no me puede tocar, porque no juego. Y no juego porque además de que es difícil que te toque, yo sé que a mi no va a tocar. Supongo que es la convicción opuesta a la del ludópata que juega porque está convencido de que le va a tocar.
Sin embargo, jugar a la lotería, como escribir la carta a SS. MM. los Reyes Magos de Oriente es un ejercicio de imaginación interesante e importante. Los sueños y los deseos hay que visualizarlos para tenerlos presentes y encontrar ánimos para seguir persiguiéndolos. Por eso compro Lotería en Navidad, por compartir con la familia y los compañeros de trabajo unos sueños al margen de la racionalidad y la lógica que procuro que rija mi vida el resto del año. Yo haría participaciones para todo el mundo pero como sé que no me va a tocar, tanta generosidad no deja de ser algo falsa, así que desde hace años familia y amigos saben que juego dos décimos: Uno para nuestra familia y el otro para tener atenciones y colmar de regalos (hasta donde decida la fortuna) entre parientes y amigos.
Los que estáis en ese grupo fijaros hoy en el sorteo a ver si sale el número del décimo que veis aquí, ese es el nuestro …y el vuestro.