Los personajes más ilustres son diferentes para cada persona. Me ha venido a la mente viendo en un blog la lista de retratos de «las 100 personas más significativas» de todos los tiempos. Es evidente que cualquier lista de este tipo es algo subjetivo y que mezclar a la Mona Lisa de Leonardo con Jesucristo y Stalin no tiene ni pies ni cabeza.
En realidad es un entretenimiento debido a que nos gustan las etiquetas. Los personajes más importantes para cada persona suelen ser sus familiares o amigos. Los lideres políticos los símbolos religiosos, los músicos o aquellas personas a la que solemos ver en estas listas son -muchas veces- simplemente famosos o populares.
Hoy el panteón de la fama lo construyen de forma completamente desequilibrada lo que llamamos los «medios de comunicación» que a mucha gente le evitan el trabajo de pensar o conocer, de forma que les resulta más fácil leer en el periódico -o aún más, ver en la televisión- lo que van a opinar ese día, sobre que se van a indignar, que va a emocionarles y a quien han de compadecer.
Por eso no sorprende que periodistas, actores, cantantes y demás gente de la farándula ocupan los primeros lugares junto a los políticos tanto en el protagonismo de las noticias como en las tertulias, las entrevistas o en las listas de supuestos iconos de la humanidad.
Es porque se confunde la ‘repercusión mediática’, la ‘fama’ y la ‘popularidad’ con la auténtica significación e influencia sobre algo que es muy insensible a las acciones de una sola persona: la Historia.
Y dentro de los hombres que realmente han tenido esa influencia los hay más conocidos y los hay menos, cosa que también depende de la cultura que tenga el que tomemos como ejemplo para saber si los conoce o no.
Por último habría que precisar que influyentes no quiere decir admirables, aunque en mi historia personal, procuro que solo influyan las personas admirables que son esos seres humanos que buscan con ahínco la verdad y cuando la encuentran la adoptan y la defienden porque prefieren hacer el bien al mal aunque no siempre lo consigan, decir la verdad y buscar la sabiduría. Y aunque sean imperfectos no se conforman con serlo ni pretenden ser mejores ocultando los defectos propios ni haciendo ver a los demás los del prójimo. Y toda esa gente admirable, todas esas personas, estoy seguro, han influido en la Historia de la humanidad. Y a mi me gustaría ser uno de ellos.
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