Segovia

Un día de intenso frío en Segovia me ha servido para comprobar que frecuentemente viajamos y creemos ver el mundo de una forma tan superficial que por el hecho de haber visitado un par de monumentos creemos haber visto una ciudad.
AcueductoYo de Segovia había visto el Acueducto y el Alcazar en una mañana. Después comimos cochinillo en uno de los numerosos restaurantes y «ya está»: con esta pequeña píldora y unas fotos, ya podemos decir que hemos estado en Segovia.
Hoy la visita ha sido no mucho más prolongada pero sí algo más intensa, de la mano de Sonia, la «Amiga Invisible Gastronómica» de Mercedes que conoció a través de una actividad organizada por el círculo de blogueras en que se mueve.
Segovia me ha dado la impresión de ser una de esas ciudades de una dimensión muy humana, nos la recorrimos de punta a punta andando -menudo frío hacía- admirando sus monumentos, que tiene muchos y muy interesantes además del acueducto y su arquitectura.
Me chocó un detalle. En muchos pasos de cebra no había semáforos y sin embargo los vehículos paraban para ceder el paso a los peatones.
El AVE nos llevó de Chamartin a la estación del AVE de Segovia -que no a Segovia- en una media hora. La ubicación de la estación se ha hecho con mucha -muchísima- vision de futuro y el páramo desértico que la rodea tardará en tener problemas urbanísticos. Un buen transporte público y un aparcamiento decente mejorarían mucho la situación.

Nota 06/12/2009: Mercedes ha publicado la crónica gastronómica del viaje en su blog.

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