Ya he tenido ocasión de presenciar varias veces en Madrid una manifestación que debe realizarse de forma periódica. Consiste en una gran concentración de bicicletas de todos tipos y gente con patines circulando por las principales vías de la ciudad.
Seguramente se produce con una intención reivindicativa, revestida de buenas intenciones y civismo, pero por lo que he podido observar degenera rápidamente en una serie de comportamientos incívicos por parte de los ciclistas que según parece para hacer respetar sus supuestos derechos creen que lo mejor es vulnerar los de los demás.
Esta noche, en la esquina de Rodriguez de San Pedro con Hilarión Eslava eran solo unos pocos los que se saltaban el semáforo, pero cuando siguiendo por Altamirano he tomado Martin de los Heros, al llegar a Romero Robledo eran una masa de vándalos la que pasaba a toda velocidad con el semáforo en rojo. Los coches detenidos esperaban a pesar de tener su disco en verde porque aparte del abollón, la pintura el parte del seguro y demás, resulta que te llevas un animal de bellota con su bici por delante porque no ha respetado el semáforo y encima se molestan.
No voy a insistir aquí en los argumentos que ya he planteado sobre la necesidad de prohibir el ciclismo en las vías públicas. Creo que es algo evidente desde el punto de vista del sentido común aunque este sentido que evocamos en la expresión es sin duda alguna cada vez menos común en nuestra sociedad y por eso nos toca dar prioridad a los vándalos en bicicleta.