Ayer pasé una tarde estupenda. El principal motivo es que estuve hablando por los codos y si hay algo que a mi me guste es hablar. No de cualquier manera ni sobre cualquier cosa. Lo mejor es hablar con interlocutores interesantes de temas que me interesen.
Ayer se daban con creces ambas circunstancias porque la charla era con Mercé Molist y el tema la guerra electrónica. Mercé escucha con ese interés que te hace disfrutar de lo que estás explicando, indaga con hábiles preguntas en lo mas espeso de la cuestión y oye -sin muestras externas de desesperación- las divagaciones triviales. Con semejante público es muy fácil llenar dos cintas de magnetofón ayudado por una botella de agua de Vilajuïga como único combustible.
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