El domingo se casaban en Barcelona Alex y Kira, los amigos que tan amablemente nos hicieron de cicerones en Italia. La ceremonia tuvo lugar en la Parroquia Castrense, en el Parque de la Ciudadela de Barcelona y la copa de vino en la Residencia Militar de Diagonal. Por suerte tuvimos ocasión de coger habitación en la Residencia, porque después del ajetreo de los últimos días, no sabía si después de la fiesta seria capaz de andar mucho antes de caer rendido.
Como la novia es rusa, además del Jamón de Jabugo, el cava, la «Coca de Recapte» y los consabidos canapés no faltó en ningun momento el Vodka. Un vodka buenísimo al que hice una foto de la etiqueta para tenerlo en cuenta en el futuro y del que Mariona se llevó una botella (vacía) para su colección de botellas de cristal.
El domingo por la mañana me levanté de madrugada con un dolor de cabeza terrible que conseguí aplacar con un Ibuprofeno. Se lo achaqué al Vodka pero según Kira no es el vodka lo que nos dió dolor de cabeza, sino mezclarlo con otros licores y vinos. Los rusos, desde luego, habían empezado la noche con vodka, algo que nos sorprendió sobremanera, pero parece ser que es que sabían algo que nosotros ignorábamos.
Al medio día, cansados y felices, llegamos a Figueres para volver por unos dias -pocos- a la rutina y a reposar, para ir desgranandolas en el blog, las intensas experiencia vividas.