Esta mañana hacia viento. Visto desde casa no parecía un viento muy fuerte, eso está bien. El otro día intenté levantar la cometa con viento fuerte y las turbulencias la hacian girar como loca, la estampaban contra los edificios cercanos o la lanzaban contra mi, justo en la direccion contraria a la direccion predominante del viento la décima de segundo anterior.
No estaba seguro si la causa de la inestabilidad, además de los evidentes remolinos y rachas variables de aire podía estar en el cambio que hice en la cola. Primero, en días anteriores, la larga cola en ‘U’ la dividí en dos colas algo más cortas, pero como parecía inestable y el viento era fuerte, volví a ponerle una cola en ‘U’ pero algo más corta.
Mercedes quería que salieramos y le he propuesto ir a Ampuriabrava. He pensado que cerca de la playa están los apartamentos y construcciones que pueden ser un excelente sujeto de las fotografías e incluso, según y como podría sacar fotos de la «Torre de control» del puerto deportivo. A Mercedes la ha parecido muy buena idea porque los sábados por la mañana hay mercadillo en Ampuriabrava.
Cuando hemos llegado ella se ha ido a dar una vuelta y comprar en el mercadillo y yo a la playa. Mientras tomaba posiciones he visto que las bolsas de plástico que el viento arrebataba a los comerciantes ascendían arrastadas por el viento hacia la arena para al llegar a cierta altura volver tierra adentro.
«Mala señal«, he pensado. Si el viento cambia de dirección a una altura costaría más hacer despegar y estabilizar la cometa, así que me he ido más cerca de la orilla del mar. En la amplia zona de paseo marítimo la cometa ha despegado y dos veces ha hecho giros caprichosos hacia el suelo y otro par de veces se ha quedado sin aire y ha caído como el plomo. «Mal asunto«, he pensado. Si no puede despegar sola, ¿Como levantará el artilugio con la cámara?. De forma que he seguido hacia la playa, donde las rachas de aire levantaban nubes de arena, pero el viento parecia más constante e uniforme.
Y así era. Sobre la arena de la playa la cometa ha empezado a tirar de forma más o menos constante del hilo, yo he ido soltando linea y maniobrando para estabilizar la cometa hasta que he creído que era el momento de colgar el picavet de la linea. Con solo un gancho ha dado un bandazo y me ha volteado el picavet. Lo he puesto bien y lo he suspendido correctamente de sus dos puntos de anclaje.
A partir de ahí todo ha sucedido muy rápido. La operación de enganche, lío incluido. ha durado cincuenta y cinco segundos. Y solo treinta segundos después de empezar a darle hilo para subir la linea se ha roto y la cámara y la cometa han salido disparadas hacia el mar. He corrido hacia la orilla, que estaba a unos cincuenta metros recogiendo el trozo de hilo que había quedado huérfano y he visto la cometa flotando a unos veinte o treinta metros de la orilla. Mientras calibraba si me echaba al agua vestido o me entretenía en quitarme alguna prenda, he visto flotar la cámara con su cápsula a poca distancia de la orilla, agitada por las olas. Sin pensarlo dos veces me he metido en el agua con zapatillas, tejanos y completamente vestido. Solo ha hecho falta mojarme hasta la rodilla para recuperar la cápsula. Mientras me metía en el agua he pensado que todo se reducuría a tirar del hilo y recuperar la cometa, pero desgraciadamente el marco de aluminio del rig no ha resistido el impacto y solo he recuperado la cápsula con la cámara. Por suerte la Gopro va protegida contra el agua y la cápsula de protección ha resistido. Tenía otra vez la cámara en la mano treinta segundos después del impacto.
La cometa seguia flotando a una distancia de la orilla difícil de apreciar. He llamado a Mercedes por teléfono , mientras dejaba mochila y zapatillas en la arena y le he preguntado si llevábamos toallas en el coche, porque iba a tener que bañarme.
He apagado la cámara. Habían pasado solo tres minutos y diez segundos desde que había recuperado la cámara, pero mientras me quitaba el jersey, la cometa se ha hundido.
El mar estaba un poco picado y no sabía si donde se había hundido me cubría, ni si el oleaje arrastraría la cometa -y eventualmente a mí- hacia el mar o hacia la playa. En un rápido control de daños me he dado cuenta de que era una opción más prudente esperar a ver si la resaca arrojaba la cometa a la playa. He seguido el movimiento de bolsas de plástico, un saco y palos que había en el agua esperando que la cometa hiciera la misma trayectoria, pero después de una hora y media playa arriba, playa abajo, he tenido que dar por hundida y naufragada a mi querida cometa, que tan buenos servicios me ha prestado en mi iniciación al KAP.
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