Ya debo haberlo escrito en algún artículo anterior y seguro que no es una novedad, pero por si acaso lo repetiré. Una de las cosas de las que más disfrutamos en la vida Mercedes y yo es de la compañía de los amigos.
Por eso la fiesta de nuestro aniversario ha sido algo estupendo.Y sobre todo inesperado. En principio pensamos en ‘no hacer nada’,…bueno, nos reuniríamos con los amigos más próximos (física y geográficamente) y haríamos una barbacoa, casi algo habitual. Luego pensé que sería una paliza para alguien pues al fin y al cabo sería difícil que nos reuniéramos menos de veinte personas y eso implicaba tener a alguien ‘pringando’ en las brasas mientras nosotros le dábamos ‘la brasa’ al resto. Así que se me ocurrió la feliz idea de un catering, una fiesta de esas en que te lo dan todo hecho, pero los precios eran completamente des aconsejables y además era imposible conseguir algo aproximado a nuestra idea.
Aquí empezó el lío. Poco a poco Mercedes hizo como siempre: fue encontrando esas pequeñas delicias y esas ideas originales que la hacen una magnífica anfitriona y la tiene reputada como una excelente cocinera y fuimos elaborando – a mi me tocó la tarea de tirar del freno- un menú que fuera de nuestro agrado. Metidos en el aspecto gastronómico del evento, descuidamos el ‘social’ y el día antes aún estábamos contactando con gente a la que no habíamos avisado. A muchos otros ni lo hemos hecho, pero sobre todo porque seguíamos con la idea de que ‘no íbamos a hacer nada’ y de alguna manera nos hemos visto desbordados por los hechos.
La verdad es que al final tampoco fue el gran palizón de trabajo que yo me creía. Fueron sobre todo los nervios o más bien la tensión de los días anteriores por buscar cada detalle, porque en realidad tuvimos muchos colaboradores. Miguel Ãngel, nuestro vecino y amigo se ofreció para hacer la cantidad necesaria de su afamado salmorejo, que hicimos con los tomates del huerto de Jesús, el padrastro de Mariona, su esposa. Nuestra hija Beatriz y Albert, su novio, también nos echaron una mano y mi hermana Chelo y su marido Pedro, y mi cuñada Carmela y su marido Juan,…todos se pusieron manos a la obra en lo que hizo falta, en cuanto llegaron. Y el dia señalado, cuando llegaron los primeros invitados también arrimaron el hombro. Juan y Tere no dudaron ni un momento en ponerse a colgar las guirnaldas que adornaron el jardín del local donde celebramos la fiesta y todos pusieron su grano de arena antes de sentarse.
Es la ventaja de contar solo con los amigos y la familia, con ellos no tienes que ‘quedar bien’, basta con hacer las cosas lo mejor que puedes y donde no llegas, te suplen encantados: ‘para eso están los amigos’. Una vez iniciada la fiesta, los niños desaparecieron hipnotizados por los dibujos animados que pudieron ver gracias al DVD portátil que trajo Miguel y las fotos que he puesto en Flickr son las que hizo Luis con su cámara pues aunque yo me llevé la mía, al final, tenía la atención en otras cosas y no hice ni una foto.
Fué una gran alegría poder contar con amigos a los que hacía tiempo que no veíamos. En estos veinticinco años hemos hecho muchos amigos, pero muchos de ellos están dispersos por toda España. También esta vez teníamos familia lejos, mi hermano Luis Miguel está con su familia en Oxford por cuestiones de su trabajo en la universidad. De lejos vinieron Rocío y Claudio, desde Valencia y Juanjo, Susana, Tere y Juan desde Zaragoza.
Todo el proceso de la fiesta ha sido tan raro que hay gente a la que ni se lo dijimos, no porque pensásemos que no iban a venir sino porque no pensábamos que íbamos a hacer ‘una fiesta’. Sentí no poder ver a otros que avisados, no pudieron venir, unos por compromisos contraídos anteriormente otros por cuestiones laborales. Nos acordamos de ellos, e incluso Maria José y Toni nos llamron desde Valencia. Otros que habían confirmado no pudieron asistir, suponemos que por complicaciones de última hora.
Habíamos dicho claramente a todo el mundo que ‘no era una boda’. Está claro que eso ya lo hicimos una vez y no debe haber salido mal puesto que ha durado al menos estos veinticinco años. Por tanto cuando nos preguntaban si ‘traían algo’ les decíamos que a ellos mismos y que como no era una boda no esperábamos regalos, qu no trajeran nada. Un esfuerzo que resultó inútil y algunos se presentaron con su regalo. Naturalmente se lo agradecemos enormemente y todos han acertado: por algo son amigos y nos conocen. Sin embargo me pareció que abrir los regalos allí mismo era un poco una afrenta a aquellos que precisamente habían hecho lo que les habíamos pedido y los dejamos para ver en casa. Al día siguiente, desayunando en el jardín parecía la mañana de Reyes.
En definitiva el caos ha pasado y la resaca se ha notado hasta en el blog que no se actualizaba desde antes de este delirio. Solo nos queda agradecer a los que nos han acompañado su muestra de amistad. Aunque no estaban todos los que son, está claro que si eran todos los que estaban. A todos los que en la vorágine no hemos avisado a una fiesta que no pensábamos organizar, les aplicaré, parafraseando ‘Love Story’ aquello de que «amistad significa no decir nuca ‘lo siento’… « y como veinticinco son muchos años, hemos pensado en celebrar las Bodas de Perla a los treinta años, que nos queda mucho más a mano. Esperamos hacerlo mejor, pero es imposible que tengamos mejores amigos porque los actuales son insuperables.