Hubo un tiempo en el que los clientes compraban los productos que reunían calidad y buen precio. Se decía, » el cliente siempre tienen la razón». El deseo del cliente era la ley del mercado.
Pero hoy en día, la calidad no importa. Lo que hay es lo que hay. Compramos como borregos lo que hay en la estantería y entre el bombardeo publicitario, las ofertas, los mensajes sutiles y equívocos en las etiquetas, nos llevan de cabeza al corral. Las llamadas técnicas de marqueting son autenticas técnicas de engaño. El posicionamiento en cabeceras de línea y partes más accesibles de las estanterías de determinados productos incentiva sus ventas porque somos cómodos y echamos al carro lo primero que tenemos a mano. El uso de términos como «Paquete familiar», «Oferta», o «Paquete ahorro» sirve para promocionar formatos que muchas veces son más caros que el ordinario, o al mismo precio unitario, pero obligándonos a llevarnos más cantidad. Estos y otros «trucos» no son extraños en ninguna cadena de distribución.
El cliente que elige libremente lo que compra es una leyenda urbana. O como mucho un esforzado superviviente, condenado al fracaso. En las estanterías solo hay de lo que más se vende. La estadística decide cuales son los productos que tienen más rotación y los que dejan más margen de beneficio. El producto que «paga» mayor beneficio por metro de estantería, es el que se repone. Los productos que atienden a gustos minoritarios -aunque sean de calidad- desaparecen. Al supermercado, según dicen sus estadísticas, no le interesan. El cliente, no cuenta: comprará lo que encuentre en la estantería.
En mi caso he sufrido el implacable flagelo de la estadística en varias ocasiones. Refrescos que aparecen un verano y nunca más se vuelven a producir, «Fondue» de chocolate amargo,… y hace unos meses, la desaparición del desodorante que usaba.
Hay casos especialmente estúpidos, como el de la carne de pavo de Dia%. Son especialmente estúpidos porque no solo perjudican al comprador sino que también perjudican al supermercado.
La cadena Dia% sacó unas latas de carne de pavo con un 97% de carne de pavo. En el mundo de las conservas de carne de pavo, era algo sorprendente, ya que cuando lees «Pechuga de pavo» con letras grandes en un envase, si lees la composición, lo más probable es que no lleve más de un 45% o 55% de carne de pavo.
La carne de pavo tiene poca grasa. La carne de cerdo, sin embargo tiene bastante grasa. Sospecho que estos productos tienen clientes bastante diferentes en sus gustos alimenticios. Dia% tuvo la feliz idea de hacer una lata de carne de cerdo del mismo tamaño, peso y precio que las de carne de pavo. Está bien que puedas elegir y quien prefiera cerdo, compre cerdo. Lo malo es que envasó ambos tipos de latas en la misma caja. Y,… ¿Qué sucedió?
Cuando las cajas llegaban a la estantería, etiquetadas como un solo producto, las latas de pavo desaparecían rápidamente, pero las de cerdo duraban bastante tiempo. Sin embargo como para la estadística del supermercado ambas eran «el mismo producto», hasta que las de cerdo no se acababan, no se reponía la caja. Los ávidos compradores de carne de pavo esperábamos impacientes este momento y procurábamos acaparar las latas de carne de pavo, provocando la soledad y abandono de las latas de carne de cerdo que volvían a bloquear la reposición de la carne de pavo.
Las matemáticas no tardaron en hacer su trabajo: el producto latas de pavo-cerdo, no era rentable. Tenía poca rotación. Y en lugar de separarlo en dos productos diferentes, y obtener beneficios con una conserva de pavo excelente, Dia% se cortó las venas de los ingresos defenestrando el producto, que ya hace meses desapareció de las estanterías.
Tengo que decir que en mi opinión, por su proporción de carne, la lata salía barata y yo habría pagado un precio mayor al que estaba a la venta. Si hicieron algún estudio de mercado, a mi no me consultaron. Reclamé y protesté en todos los supermercados Día% que encontraba en mi camino y donde entraba con la esperanza de encontrar algún stock de carne de pavo en lata olvidado en un rincón. Por supuesto todo fue inútil. La incompetencia es muy eficiente.
Las matemáticas y la estadística son herramientas muy útiles. El problema es que si se ponen en manos de inútiles, son un peligro.