Vivir en un estado de derecho es un regalo que no se puede aceptar por partes. Hay que quedarse con el paquete completo. No siempre apetece cumplir la Ley, pero si queremos que se respeten nuestros derechos y queremos tener la seguridad y el amparo de la justicia, nos toca cumplir con nuestra parte.
Aun cuando consideremos una ley profundamente injusta tenemos la obligación de cumplirla. El Estado de Derecho tiene establecidos los mecanismos por los cuales las leyes pueden cambiarse y nosotros debemos ejercitarlos si así lo creemos oportuno, dirigiendo nuestro voto hacia quien piense como nosotros y esté dispuesto a defender nuestros intereses.
Desgraciadamente, es frecuente oír y observar incluso en movimientos políticos pretendidamente serios, una actitud que no dudaría en calificar propia de adolescentes consentidos que pretenden forzar las reglas del juego desobedeciendo aquella parte del cuerpo legislativo que no les agrada. Este sarampión está sin duda heredado de la transición, cuando la falta de derechos parecía amparar la desobediencia civil o la subversión.
Pero los niños se hacen hombres cuando piensan como hombres y las sociedades no se convierten en democracias por decreto ni por votar en las urnas sino porque están formadas por ciudadanos responsables que cumplen y aplican la ley, ejercitan y exigen sus derechos.
Si hubiera por ejemplo un grupo mafioso que mediante presiones inmorales consiguiera la promulgación de leyes injustas, si los ciudadanos se vieran obligados a pagar a cambio de nada por el simple hecho de comprar dispositivos o soportes en los que gravar sus artículos, sus fotografías o las copias legales de sus registros musicales, si estos mafiosos invadieran la intimidad de las personas incluso en los días mas señalados de su vida como la boda o la avaricia les llevase a arruinar modestos comercios o impedir fiestas populares, a propagar mentiras que incluso las sentencias de los tribunales contradicen, a pesar de todo ello, nadie estaría legitimado para tomarse la justicia por su mano o incumplir la Ley.
Eso si, con la ley en la mano hay muchas formas de protesta y hay muchas formas de ejercer nuestros derechos y de impedir que nos pisoteen.
La primera es ejercer la libertad de elección. Podemos elegir oír música y pagar o no oír música. ¿Que pasaría si no se pusiera ningún tipo de música durante una semana?. Yo creo que nada y a alguien le escocería el bolsillo. Naturalmente hay otras opciones. Por ejemplo compartir música con nuestros amigos. Algo perfectamente legal, le pese a quien le pese y diga la mafia lo que diga. O escuchar música libre bajo licencias como Creative Commons o de dominio público.
Si te cobran un canon injusto pero legal, no tienes más que cumplir la Ley. La ley dice que los soportes comprados fuera de España no van gravados con ningún canon y comprar en cualquier país de la unión europea es libre y perfectamente legal. Y comprar por internet, ¡es tan fácil!. Yo no pago ni un céntimo de canon por mis CD,s mientras pueda evitarlo. Por supuesto los que tienen negocios de venta de CD,s me importan un bledo, es su negocio, no el mio. Que sigan engordando a sanguijuelas, pero no a mi costa.