De pequeño siempre pretendieron inculcarme que ser un vago era algo malo y que la virtud estaba en el esfuerzo y el trabajo, pero yo estoy seguro que muchos de los grandes avances de la humanidad se han debido a vagos ilustres que prefirieron pensar un poco en la forma de trabajar menos. De hecho la evolución de la humanidad ha seguido un curso inalterado hacia un menor esfuerzo físico y una mayor ociosidad.
En el campo intelectual, el primer esfuerzo requerido es el de la memoria. Para discurrir hay que disponer de unas bases de conocimiento que nos permitan, al combinarlas con la observación de los hechos, llegar a deducciones. Incluso llevado a extremo sobre una mente virgen de recuerdos habría que imprimir – mediante alguna forma de memoria- los primeros hechos observados para poder pensar sobre ellos.
La memoria ha tomado como auxiliares físicos a los sistemas de información. Desde los antiguas pinturas rupestres a las modernas memorias alojadas en un chip. Conforme esos sistemas han adquirido volumen y complejidad ha sido necesario crear sistemas adecuados de almacenamiento y recuperación de la información. De nada nos sirve la librería mas completa si no somos capaces de localizar un libro cuando lo necesitamos.
Yo he descubierto que este es un tema que me fascina. Como almacenar la información para poder recuperarla en el momento adecuado. Como organizarla para obtener el dato necesario en el menor tiempo posible, en el momento adecuado, con la precisión requerida. Quien dispusiera de la piedra filosofal en esta materia tendría una gran ventaja sobre el mayor de los eruditos, aunque la mera acumulación de información no le permitiría compararse con el menor de los sabios.
Denostada durante años por el sistema educativo, la memoria y la erudición son los complementos necesarios del conocimiento que se obtiene a través del razonamiento y la observación, pero que solo puede llegar a ampliar los limites conocidos basándose precisamente en ese conocimiento preexistente. La errónea proscripción de la memoria del sistema educativo ha llevado a paradojas monstruosas y aberrantes ya que en la práctica no se ha atenuado la importancia de la memorización sino que como digo, se ha proscrito, y con la falta de ejercicio, esta cualidad se ha atrofiado en muchos jóvenes víctimas de las autoridades educativas a las que el diablo confunda mas de lo que están.
Esta ilegalización de la memoria no ha sido acompañada por el desarrollo y enseñanza de sistemas o métodos de adquisición y recuperación de información. Al parecer, al ciudadano medio le basta con saber leer el horario de trenes en la estación y recordar el número del andén el tiempo que tarda en llegar al mismo.
Por el contrario, aquellos que consiguen ser resistentes al sistema idiotizante, pueden retener en la memoria mucha información útil, para asombro de sus profesores, envidia de sus compañeros, y solución rápida de muchos problemas sin más recursos de la inteligencia. Aquellos que evitan el uso de la memoria no hacen ese primer esfuerzo intelectual que requiere cualquier actividad inteligente y esta falta de ejercicio les debilita para cualquier otro uso del intelecto.
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