Los cables nos invaden. Cada nuevo aparato trae varios: el cable de la fuente de alimentación, de la fuente al aparato, el cable USB, el cable del sonido…eso viene ocurriendo desde el principio de la frikización. Y luego los aparatos se van -o no- y los cables se quedan. Y hay cables parecidos otros iguales y otros díscolos. Se crean estándares como el USB para que no nos volvamos locos, pero los perversos fabricantes deciden reinventar el estándar. Creo que he tenido aparatos con unos seis tipos diferentes del «estándar» USB-mini.
Ya hace tiempo que me di cuenta de que nunca puedes tirar los cables. Hay que guardarlos porque sirven para otros aparatos o en un momento determinado quizás necesites adaptar alguno o encontrarás aquel aparato que arrumbaste porque no sabías donde estaba el cable. Precisamente no perderlos y tenerlos siempre a mano es la razón que me hizo empezar a colgarlos en la estantería cerca de donde me siento a escribir estas cosas y otras aun menos importantes.
Pero la profusión de cables cada vez hacía más difícil el equilibrio y los cables se caían con frecuencia sin motivo aparente y cada vez que ibas a buscar uno determinado porque siempre coincidía que era el que estaba más abajo y más enredado con todos los demás.
Pensando en alguna solución encontré por casa unos colgadores VIPPA que habíamos comprado en Ikea y en una tabla cortada a las medidas adecuadas (50×10 cm. para los curiosos) coloqué los colgadores separados 10 cm. Lo cierto es que después de eso el colgador se ha pasado por encima de la mesa más de un mes, pero hoy me ha pillado con ánimo para tareas de bricolaje y lo he colocado en su sitio. Y como podeis ver, ha quedado bastante bien y creo que es una solución práctica que comparto con vosotros por si os puede ser útil.
Por cierto, lo de hackear muebles de Ikea en esta casa se hace desde hace tiempo. A la izquierda de los cables podéis ver unos cajones que por ahora parece que ya han desaparecido del catálogo. En contrachapado de madera era unidades de tres cajones. Compramos cinco y teñimos de ‘madera vieja’ la cajonera y de blanco marfil el frontal de los cajones. Les pusimos unas ruedas al de abajo para poderlos mover y forman un conjunto archivador de quince cajones tamaño A4 genial.
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