Mi primer viaje en el AVLO, el tren de alta velocidad «low cost», lo he hice el día 23/11/2021, para poder participar en una reunión en Madrid y no tener que pernoctar en la capital. No lo he escogí por su precio, sino por su horario. Desde Figueres-Vilafant a Madrid y regreso sólo el primer y el último tren del día son AVLO.
Los precios son los más baratos del trayecto, pero por la mañana hay que madrugar para coger el tren, que sale a las 5:35.
Copiando las técnicas de las peores compañías aéreas «low cost», al sacar el billete ya te anuncian costes adicionales por equipaje adicional o elección de asiento. Es cierto que el «equipaje de cabina» incluido en billete: 1 bolso mano (36x27x25cm) y 1 maleta de cabina (55x35x25cm), es razonable para un viaje de uno o dos días, pero la práctica supone una novedad en el negocio ferroviario español.
Por si acaso no lo habías entendido al adquirir el billete, en un mensaje de SMS el día anterior te advierten que puedes adquirir el derecho a transportar equipaje adicional a través de la web, cuyo enlace te proporcionan.
El procedimiento de embarque en la estación es exactamente igual a cualquier otro tren de alta velocidad.
El tren lleva una librea especial de color morado y los vagones son nuevos con un diseño diferente a los AVE. Al sacar el billete y elegir asiento me di cuenta de que la mitad de los asientos van en el sentido de la marcha y la otra mitad de en sentido contrario, dividiendo la cabina en dos mitades que se encuentran en los ocho asientos enfrentados entre sí con dos mesas entre ellos en el centro del coche.
Tras la salida del tren los anuncios suenan igual que en otros trenes ignorados por la mayoría de los pasajeros en varios idiomas.
La ausencia de cafetería, que ya habíamos advertido, se sustituye por la existencia, anunciada por la megafonía de máquinas de venta de bebidas y aperitivos en el tren. Estas se encuentran en el espacio entre la plataforma y la cabina, enfrentadas la de aperitivos y bebidas con la de bebidas calientes lo cual impide prácticamente utilizar ambas al mismo tiempo. Solo puede usarse la tarjeta de crédito para pagar y la cantinela con las instrucciones se oye en buena parte del vagón. Sorprendentemente, no despachan en el trayecto entre Figueres y Barcelona (ni a la ida ni a la vuelta). Como el aviso está en un panel sobre la máquina se deduce que estos coches no hacen ningún otro recorrido.
Los asientos son bastante decepcionantes. Creo que son más incómodos que los de algún media distancia y yo diría que completamente inapropiados para un viaje largo. No son reclinables, una comodidad que como frecuente «durmiente» ferroviario me parece indispensable. Sin está posibilidad el espacio entre asientos no permite mucho margen de maniobra, obstaculizado por la papelera cuyo objetivo parece ser exclusivamente castigar mi espinilla y el reposapiés que no sé si tiene alguna utilidad para las personas de menor estatura pero al que yo nunca he encontrado otro uso que el ir plegado restando espacio a mis piernas.
El revistero situado en el asiento de delante tiene su superficie de retención, que en otros trenes es una red elástica, de plástico rígido, lo que le confiere un espacio limitado.
El soporte de la mesita individual desplegable incluye en diseño un gancho que puede servir de perchero para colgar una chaqueta o un bolso, aunque lo que colguemos ahí inevitablemente va a molestar, especialmente si los dos asientos están ocupados. En la mampara, sobre la ventana, hay un gancho que puede deslizarse y cumplir la misma función.
La mesa es amplia, yo diría que más grande que en otros tipos de coche. Permite colocar cómodamente un ordenador portátil y algún elemento más. Tiene un reborde que impedirá que un lápiz o similar caiga al suelo si rueda sobre su superficie y puede servir de primer dique de contención, evitando que, por ejemplo, un vertido de líquido acabe directamente sobre las piernas del viajero.
Por suerte, existen dos enchufes entre los dos asientos, debajo del reposabrazos que comparten, una comodidad que los viajeros agradecerán pues hoy en día serán pocos los que suban al tren sin su teléfono, y muchos con el ordenador portátil y la esperanza de poder trabajar durante el viaje sin consumir la batería que ha de durar todo el día.
En los asientos no existe ninguna instalación de sonido lo que reduce la utilidad de los cuatro monitores sobre el pasillo a la exhibición del mapa, paradas y recorrido, algo que resulta bastante ilegible por el tamaño de la letra, salvo quizás para el viajero situado justo debajo del monitor. El sistema de megafonía, además de los avisos de llegada a las estaciones repite con excesiva frecuencia auto publicidad de la compañía, algo bastante desagradable, que debe estar especialmente pensado para evitar que, a pesar de la incomodidad de los asientos, algún pasajero se duerma.
En definitiva, el AVLO no es ningún chollo. Cuesta menos porque vale menos: es incómodo en sus horarios y en su diseño del espacio para los viajeros, impropio de un tren de largo recorrido.
Renfe ha enganchado vagones de cercanías a una máquina de alta velocidad para cerrar el paso a otros intentos comerciales y proteger su monopolio que ejerce, como siempre, en detrimento de los clientes. A pesar de su decorado moderno, es todo un tren borreguero del siglo XXI.