Desolación y nostalgia era el ambiente del domingo día 3 en la Feria de Valencia. Un buen grupo de Campuseros se había despedido de la Campus el día anterior, sin duda para no sentir este baño de tristeza que supone ver las otrora alegres plazas abandonadas, los ordenadores apagarse poco a poco, la red desaparecer al ritmo de trabajo de los operarios desconectando mesas.
Otros por el contrario se aferran a los bits que aun quedan circulando. El servidor de descargas no funciona, solo los últimos archivos que se comparten se están bajando.
Las operarias de la limpieza van pasando y la basura, eficazmente separada y clasificada, se amontona en los baldes de colores.
Algunos campuseros aun duermen entre la desolación, otros responsables atacan las ultimas tareas y muchos como yo deambulan echando fotos o buscando entre los restos del naufragio elementos abandonados por los que partieron.
El servicio de seguridad está realizando su trabajo de forma eficaz e ilusionada, se sienten motivados porque es posible que este año batan un récord y consigan cero cpu,s, cero portátiles y cero pantallas sustraídas, un reto que les estimula en los últimos momentos de su trabajo.
Yo me he quedado hasta el final por causas de fuerza mayor. Los compañeros que me iban a llevar a Murcia deciden quedarse a disfrutar un día más de Valencia y yo me quedo más tirado que una colilla. Consigo los horarios de trenes en los últimos estertores de la red campusera y Salvador nuestro colega de mesa se ofrece amablemente a llevarme a la estación camino de su Xátiva natal. Gracias a él cojo el Regional Exprés por los pelos y tengo cuatro horas de viaje para meditar, dibujar algo y dormir algo del sueño que llevo atrasado. Y ahora, las vacaciones.