Hace unos días se me ocurrió una idea. Entre las muchas que se me ocurren, esta me pareció realmente interesante y pensé en explicarla en el blog. Sin embargo mi natural modestia me hizo pensar que siendo algo tan importante, pero a la vez tan simple, tenía que habérsele ocurrido antes a alguien y me di un tiempo para buscar cosas parecidas en la red.
La idea surgió al oir que el gobierno había creado una web para fomentar la transparencia y que los ciudadanos puedan acceder a los datos de la administración. Yo pensé que esa es una noticia fantástica, especialmente si llega a buen puerto y no se queda, como otras tantas cosas que nos cuentan desde las tribunas políticas, en una cortina de humo para guardar las apariencias pero si un contenido práctico y sin que haya interés en que realmente funcione.
Una administración transparente es fundamental para el ejercicio de la auténtica soberanía popular. Concepto que Manuel Castro desgrana bastante bien en su blog de una forma muy didáctica, en el artículo Administración transparente: valor para el ciudadano.
Lo curioso es que la legislación ya establece muchos casos -la mayoría- en que los datos de la administración deben ser de acceso público y solo pueden ocultarse los comprendidos en la Ley de Secretos Oficiales y los que afecten a derechos constitucionales de ciudadanos, como el derecho a la intimidad, el secreto de las comunicaciones o la propia imagen. Pero la realidad es que la consulta libre de archivos o expedientes de la administración es una quimera que tropieza con la incompetencia y la desidia a sueldo de la administración.
Las razones que tradicionalmente impedían esta acción auditora de los ciudadanos sobre la cosa pública son de carácter físico: Las oficinas y los archivos deberían estar abiertos, habría que tener personal contratado para atender al público, los documentos podrían extraviarse, deteriorarse, alterarse…aunque no fuera un caos, sería costoso de organizar.
Sin embargo la red nos da esa posibilidad. Si los archivos se sitúan en la red, cualquier ciudadano podría acceder a ellos desde su casa.
Imaginemos por un momento que todo o que compra la administración, factura a factura, recibo a recibo, expediente a expediente, pudiera ser libremente examinado por cualquier ciudadano.
Ciudadanos individualmente o asociados podrían examinar las cuentas y detectar los casos de corrupción de gastos excesivos, de adjudicaciones sospechosas. Muchos ciudadanos con conocimientos contables y jurídicos podrían dedicar su tiempo libre a vigilar a los administradores del bien común para que no se desvíen de su importante misión.
A Juan Español, de profesión sus labores, puede que estos datos no le dijeran nada, pero su primo, arquitecto, ingeniero, economista o abogado podría echarles un vistazo y explicárselo.
Estoy seguro que la simple conciencia de estar en un palacio con paredes de cristal, de saber que cada uno de los actos de la administración puede ser examinado por el pueblo soberano, supondría una importante mejora en la gestión de los recursos públicos.
Todo esto se me ocurría hace cosa de una semana, allá por el Dia de Internet (17 de mayo) y pensé que sería una forma estupenda de celebrarlo.
Pero en mi búsqueda de informacion por la red encontré una iniciativa que como ya había supuesto, pretende poner en marcha justamente esta idea. Se trata de la Fundación Ciudadana Civio una organización sin ánimo de lucro que busca fomentar un concepto de ciudadanía activa mediante la transparencia informativa y la apertura de datos. Sus principales actividades son el desarrollo de aplicaciones como ¿Dónde van mis impuestos? o Tu derecho a saber (en colaboración con Access Info Europe) que faciliten el acceso a la información pública, y la creación de contenidos periodísticos independientes y de calidad.
Ser soberano no es una fiesta. Toda ventaja implica un esfuerzo. Los Estados de Derecho no se hacen solos ni caen del cielo, debemos trabajar y exigir cada día que las cosas funcinen como queremos. No basta con votar para nombrar unos encargados de la cosa pública, si queremos que realmente cumplan con su mandato hemos de tener la capacidad de comprobar que eso es así y la determinación de hacerlo. Para ser ciudadanos soberanos, hay que ejercer la soberanía.
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