Ya se sabe que ‘para eso están los amigos’. Entre amigos no hay necesidad de cumplidos, si necesitas algo y un amigo puede ayudarte, vas y se lo dices. Si es amigo de verdad le faltará tiempo para socorrerte tal y como harías tú si fuera al revés.
Pero en la vida real siempre anda por en medio la naturaleza imperfecta del ser humano y con frecuencia tenemos la sensación de que damos más de lo que recibimos, aunque es muy probable que a nuestros amigos les pase lo mismo.
La verdadera amistad supera estas y otras imperfecciones de los amigos. Yo suelo decir que no necesito ni estar de acuerdo con mis amigos ni que sean perfectos. ¿Que mérito tendría ser amigo del que siempre piensa y opina lo mismo que tú y además es un ser perfecto?. La amistad adquiere su verdadera grandeza y su dimensión humana cuando aceptamos a nuestros amigos como son, como somos todos: imperfectos, independientes, algo egoístas, cariñosos a veces, tocapelotas otras…Pero eso si, a esta quintaesencia de la amistad le resulta imprescindible ser correspondida. Esperamos que nuestros amigos aguanten nuestras bromas, abrazos, cabreos…y nos apoyen en la alegría exultante o en la depresión más lúgubre.
Y todo dentro de un orden. Ya se sabe que los excesos son malos. Si el equilibrio se rompe y un amigo solo tiene para nosotros su abatimiento y tristeza perpetúa, deja rápidamente de ser un amigo para pasar a ser un muermo. El que de eternamente alegre y juguetón pasa a bromista perpetuo adquiere la condición de coñazo insoportable y el que hace de la necesidad virtud y de sus amigos el socorro perpetuo, pasa a ser un gorrón.
No es gorrón el que pide por necesidad sino el que necesita pedir. Aunque su solicitud hable de cuestiones materiales, muchas veces nimias, como un cigarro, un euro, un pañuelo, una cerveza, una chaqueta, un paraguas, o las llaves del coche, en realidad su déficit suele ser existencial y lo que pide es atención, cariño, conversación, incluso reprimendas o la garantía de que aún no has dimitido de tu condición de amigo suyo. El gorrón pide seguridad, afecto, amistad, compañía. Estoy seguro que antes de convertirse en la pesadilla de sus amistades fue un niño sobreatendido al que no enseñaron a ser independiente, autosuficiente y seguro de si mismo, tolerante con sus imperfecciones.
Me consta que saber todo esto no os va a hacer más soportable a ese gorrón, a esa cruz que tenéis por amigo, aquel que no enviáis a la mierda, no por amistad, sino porque ¡no sabéis como!.
Eso no lo sabe ni vosotros ni nadie, porque el gorrón es inasequible al desaliento y es muy difícil deshacerse de él. Por que al fin y al cabo ¿quien quiere deshacerse de un amigo?.
Todo esto me ha venido a la cabeza porque ayer me llegó un correo en el que Joe Ramirez, en un tono amigable, coloquial y desenvuelto además de en perfecto inglés (perfecto para mi…) me dice que acaba de llegar al país para acudir en ayuda de otro amigo que ha sufrido un accidente y no tiene dinero. Que si por favor le puedo ingresar 1200 dolares americanos en su cuenta que ya me los devolverá cuando vuelva a su casa.
Por suerte, Joe Ramirez ni es amigo mio ni de nadie. El mensaje de Joe es una forma del timo del nigeriano que me ha sorprendido por su estúpida sencillez. Hay que pensar que cuando los timadores echan anzuelos como este, es por que deben pescar. Resulta inconcebible, pero realmente debe haber almas cándidas que corran a ingresar sus mil euros de vellón en la cuenta de Joe el Nigeriano.
Espero que conserven su bondad e inocencia y consigan pronto un amigo gorrón de verdad que les vacune contra todas esas malas gentes que circulan por la red.
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