Pues si, aunque no lo parezca porque la meteorología parece que se empeña en demostrar lo contrario, estamos en verano. Un mes de agosto como tantos en los que las ideas parecen ahogarse en el bochorno tan rápido como diluirse en un chaparrón.
Y en verano hay muchas cosas propias de la estación que año tras otro nos visitan marcando las fechas como las aves migratorias o las flores en los almendros lo hacen en otras estaciones.
Podríamos adivinar que es verano viendo la decrepitud endémica de la parrilla televisiva. También nos induciría a sospecha las noticias más peregrinas que de costumbre con las que los periodistas intentan rellenar espacios informativos, así como la escasa calidad de las reseñas encargadas a becarios y suplentes sin derecho a vacaciones.
Por las noches, las alarmas de los locales cerrados por vacaciones emiten su lastimero canto, añorando a sus propietarios como perrillos abandonados o gritando estrepitosamente violentados por extraños. En la noche veraniega las sirenas suenan tanto como los frenazos y cualquier ruido callejero parece una cuita de patio de vecinos.
Los que están de vacaciones se pierden los encantos de la ciudad en verano a cambio de la arena que lanza en su carrera el niño de los vecinos de parcela playera, inundada por el suave perfume de las cremas bronceadoras que brillan sobre voluptuosas curvas de bronce.
Para los privilegiados que se han quedado trabajando y bendiciendo la suerte de no veranear en la cola del paro, los ratos de ocio se distribuyen entre las cervezas y la vida social en las terrazas y las barbacoas en el jardín de casa. Si hubo una operación bikini, aquí ni ha llegado ni se la espera: el colesterol a lonchas o en rodajas crepita sobre las brasas y llora lágrimas grasientas que inundan el aire de ternura y deliciosos olores.
Y en la red el silencio. Hasta los más frikis y los más pesados dejan de darnos la brasa con sus manías y sus insoportables envíos continuos de nimiedades triviales. Ante este desierto de causas justas a las que contribuir reenviando sus mensajes a todos nuestros contactos, sucumbimos a los vicios. Sin asuntos realmente serios que procrastinar, nos solazamos con los divertimentos que la navegación al azar nos ofrece. Verano, época de descubrimientos que llegan en la madrugada, entre el sudor enfriado por el ventilador y el sueño que nos amenaza con la hora memorizada en el despertador para llamarnos a la inexorable jornada que ya no es del día siguiente.
Pero basta un momento para sentir suaves bajo los dedos las letras del teclado recomponiéndose y llamando a las ideas que vagan como las hadas por el bosque en el que reinan Oberón y la hermosa Titania. De esta forma casi mágica, sin que la voluntad o el ingenio intervengan demasiado es como se acaba escribiendo en el blog algunas lineas y hasta cuatrocientas ochenta y ocho palabras.
A Midsummer Nights Dream acto IV, Escena I. Titania, con hadas atendiéndola.(fragmento) Pintura de Henry Fuseli, publicada en 1796. Via Wikipedia
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