Ayer entre en un comercio de Figueres que vende herramientas y materiales, una ferretería especializada que tiene por clientes, sobre todo, a empresas y profesionales. Me sorprendieron dos cosas. En primer lugar lo bien colocado que estaba todo en una completa, limpia y diáfana exposición. Y que ni un solo artículo tuviera precio. A la entrada de la tienda hay un mostrador con la caja y al fondo otro mostrador tras el cual se sitúan los dependientes. El dependiente que me atendió fué muy amable, aunque no encontré lo que buscaba. Al salir vi en una vitrina unas herramientas que me interesaban y le pregunté el precio a la mujer de la caja.
-«Lo siento«-me dijo-«tendrá que preguntar a los dependientes«.
-«¿Tienen catálogo?«, pregunté, «¿Lista de precios?»
Me miró extrañada y me dijo «no«. Fué un no con una rotundidad que no dejanba lugar a dudas que se encontraba entre sorprendida y ofendida. ¡Un catálogo o una lista de precios!, se dió cuenta enseguida de que yo era uno de esos mindunguis que miran el precio de las cosas antes de comprar. Yo, atrevido insistí, por si acaso lo que tenían era una página web: «Entonces si les compramos material, ¿como sabemos el precio?, ¿Cuando recibimos la factura?«. Me conterstó que si, que claro, que en realidad en el albarán también figuraba.
¡Ah, claro! después de comprar: Comercio de Figueres «de toda la vida«.
No suelo entrar en los restaurantes que no tienen la carta con los precios fuera del establecimiento, me gusta saber el precio de lo que voy a comprar, me gusta comparar precios y comprar aquello que es más rentable para mi.
Estos comerciantes engreídos se han enriquecido fácilmente vendiendo materiales y herramientas a contratistas de la construcción, ignorantes de toda economía porque a la postre lo que pagaban en materiales se lo cobraban multiplicado a los clientes a los que los bancos daban jugosas hipotecas a pagar en muchos años con pequeñas cuotas. Especuladores, bucaneros, trapicheadores y otros bichos que son la causa directa de esta crisis. Lo único lamentable de esta depresión es que antes de que estas sanguijuelas empiecen a pasar hambre, habrá muchos padres de familia necesitados, muchos jóvenes con proyectos colgados en espera de un empleo, mucha mano de obra fustrada porque vendió una formación para su futuro por un sueldo de plato de lentejas.
Pero aquí aún queda orgullo y estupidez para decir que los orientales van a hundir nuestra economía, porque trabajan mucho y venden barato.
Recientemente me compré un polimetro digital. Por la tercera, cuarta o quinta parte del precio más barato en un comercio de mi ciudad y por un precio absurdo comparado con un equipo de marca. Cuando me llegó lo hice analizar por un laboratorio de calibración y resulta que un 90% de sus prestaciones son comparables en calidad y precisión a los polímetros de reputadas marcas, el 10% restante de las prestaciones tiene márgenes de error o limites en las mediciones tolerables para cualquier uso doméstico y la mayoría de los profesionales y tiene bastantes más posibilidades y funciones que la mayoría de productos similares en el mercado.
Me lo mandaron a casa gratis desde China, no tuve ni que salir de casa y acercarme a un comercio de los de ‘toda la vida’, de esos que no tienen ni página web ni catálogo, ni lista de precios ni se han enterado que Nikola Tesla inventó la radio hace muchos, muchos años.
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