Espectáculo impúdico

Me produce escalofríos pensar en que el denigrante espectáculo de la muerte de Sadam Hussein se haya exhibido en primera portada de los periódicos y en las cadenas de televisión sin que a nadie se le haya ocurrido plantearse una duda siquiera sobre la moralidad de tal exhibición.

Creo que al margen de la opinión que se tenga sobre la pena de muerte, resulta claro que a Sadam no lo han matado porque lo mereciera o por hacer justicia. En tal caso habrían acabado de juzgarlo por todos sus crímenes. A Sadam lo han ejecutado por darse el gustazo de hacerlo, para satisfacer los peores instintos de sus enemigos, para silenciar a un testigo molesto.

A quien pretenda ejercer de cínico pragmático y apuntar que el mundo está lleno de injusticias y que quien siembra vientos recoge tempestades he de decirle que eso mismo puede aplicarse a quienes deciden de forma irracional sobre la vida, se ceban con la venganza, esparcen el odio juzgan a los otros mientras imitan sus crímenes,… a los fariseos y sepulcros blanqueados que encierran muerte y hedor a almas putrefactas.

250 Dinares Iraquies
La esfinge de Sadam en el billete de 250 Dinares

Si la ejecución ya es por si mismo un acto inmoral, su exhibición y la exhibición de los despojos resulta repugnante y ofende profundamente cualquier persona por el hecho de serlo porque exalta los peores instintos, las mayores bajezas de la naturaleza humana y las convierte en un espectáculo de salvajismo, de venganza, de odio.

Y el hecho de que este alarde de inmoralidad no despierte airadas protestas, no lleve ante los tribunales a los monstruos que la utilizan como arma de terror solo puede llenarme de tristeza y de vergüenza.

Ya se han recogido los primeros frutos de tanta vileza. Unos niños que creían en sus juegos que esa escena podía repetirse, han muerto víctimas de un destino horrible pero también de las ansias homicidas de los ejecutores, de la codicia de los difusores, del odio de los espectadores. Donde antes reinaba la indiferencia, ahora se glorifica al mártir: Hay quien no aprende de sus errores, los que mataron al Che y lucharon inutilmente en Vietnam, torturan hoy en Guantánamo y ejecutan a Sadam, realizando, como en un truco de ilusionismo, la proeza de dignificar a un tirano asesino.

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