Navegando por la red he encontrado este video que me ha fascinado. La mecánica siempre me ha resultado algo interesante. Como el secreto intimo del funcionamiento de las cosas, el corazón de las máquinas formado por ruedas dentadas, bielas, engranajes, poleas y palancas. Se trata de una seleccion de cuatro minutos de la obra «Mechanical Principles» (1930) de Ralph Steiner un fotógrafo norteamericano pionero en la realización de documentales. El usuario de Youtube VertikalDesign que hizo la selección ha tenido la pésima idea de añadirle música, pero siempre puede verse con el volumen a cero.
Aunque la física era una de mis asignaturas favoritas, siempre he pensado que en mi época se estudiaba desde un punto de vista muy teórico. A mi me habría gustado experimentar, resolver casos prácticos, construir máquinas aunque fueran tan inútiles como «Los inventos del TBO» del doctor Franz de Copenhague, pero llenas de resortes, palancas, tornillos sin fin, cremalleras, poleas y polipastos.
Sin embargo creo que la máquina más complicada que legamos a estudiar fu el el plano inclinado, quizás la palanca o la polea. Nada sobre las maravillosas proporciones de los dientes de las ruedas, los secretos de los pasos de rosca o la transmisión Cardan.
A base de conversaciones con mi padre aprendí lo poco que se de mecánica del automovil, y el gigantesco Meccano que me regaló, fue un ayudante excepcional en mi autoformación en cuestiones prácticas.
En varias ocasiones he observado con estupor que una gran cualificacion profesional en ramas de la ingeniería como la electrónica pueden venir acompañadas de una gran ignoráncia en temas mecánicos elementales. No me refiero a calcular la fuerza que realiza el diente de una rueda o el par necesario en un tornillo para que el mecanismo que mueve levante un peso deternminado. Me refiero a esa experiencia básica que se adquiere al ajustar un engranaje y que consiste en saber que ha de tener su holgura justa, porque si hay demasiada, los dientes resbalan y si no la hay, el rozamiento y la presión hacen que no se muevan.
Como el montar en bicicleta, explicar como ajustar un mecanismo resulta más difícil que hacerlo. Hay que acometer la tarea con paciencia, dosificar la fuerza, la habilidad y la precisión. Hay que usar una parte del sentido común que nos permite predecir como rozarán y repartirán el esfuerzo los diferentes mecanísmos, una especie de ‘inteligencia mecánica’ que el sistema educativo casi nunca se preocupa por estimular. Por eso me alegro de haber sido un niño que jugaba con el Meccano.
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