He repasado algunas cosas que tengo en los ‘otros’ blogs o escritas a mano en libretas. La mayoria de ellas son bastante íntimas y muchas dejan traslucir un puntito de tristeza. He llegado a la conclusión de que cuando escribo estoy triste o algo deprimido, confuso o cabreado. Asi que parece que la escritura se asocia con algo negativo. Es cierto que en muchas ocasiones la uso como terapia. A mi me gustan demasiado dos cosas poco sociables. La primera darle muchas vueltas a las cosas, la segunda hablar. Si me dedicase a contar a todo el mundo todas las cosas que me pasan por la cabeza, sería sin duda insoportable. No estoy seguro de que alguna vez no me pase de la raya, pero solo cuando hay confianza. Ya se sabe: la confianza da asco.
El caso es que no sé si algunas de las cosas que tengo escritas son publicables. No se si la exposición de mis pensamientos íntimos será tan impúdica como obligar a un interlocutor a escucharlos de mi voz.
Hasta ahora tenia en dos máquinas diferentes dos blogs ‘locales’ con los que experimentaba el uso de WordPress y un blog en la red bastante anónimo. Los tres tenian la misma finalidad además de la experimentación: recopilar escritos sueltos, bocetos de artículos, desarrollos de mensajes de correo convertidos en micro-ensayos (¡que pretencioso suena esto último!) o tambien artículos de otros que encontraba por la red y guardo para no tener que andar luego buscándolos.
Ahora, cuando los repaso para ver cuales de ellos traspaso a este blog, ninguno me parece adecuado por una u otra razón. Mientras pienso en ello, pasan los dias sin que añada anotaciones. Bueno, no tengo ninguna prisa, les daremos otro hervor a ver que pasa.