Fuera de la caja

Recuerdo de cuando era niño un acertijo en el que te relataban un viaje en autobus describiendo el número de gente que subía y bajaba en cada parada. Como antes te habían advertido que al final te harían una pregunta, ibas llevando la cuenta de todo aquel trasiego de pasajeros, pero al final te preguntaban cuantas paradas había hecho el autobús y te quedabas descolocado.

El acertijo es muy didáctico y no solo nos enseña que nunca sabemos que es lo que nos va a preguntar la vida sino que es necesario ver las cosas desde el mayor número de ópticas posibles, sin ceñirnos a lo que ‘se espera’, ‘es habitual’ o ‘resulta prececible’. A esto se le ha dado en llamar ‘pensar fuera de la caja’.

En el campo militar tenemos infinidad de ejemplos. Y la historia militar nos demuestra que la victoria ha acompañado frecuentemente a los que han innovado, a los que supieron pensar ‘dentro de la caja’.

Pensar fuera de la Caja

Sin embargo, creo que se hace poco incapié en la formación militar y en la investigación sobre seguridad y defensa para invitar a seguir este camino. En un momento en el que los adelantos tecnológicos se suceden a velocidad de vértigo esto es sumamente peligroso.

En los llamados ‘conflictos asimétricos’ vemos luchar a ejércitos poderosísimos y altamente tecnificados contra movimientos organizados que continuamente ‘hacen trampas’ con las reglas de enfrentamiento. ¿Que valor tienen unas normas que no se respetan por ambos contendientes? No solo en el aspecto práctico son inútiles para mantener el conflicto dentro de unos límites predecibles, también en el aspecto moral introducen una seria alteración del escenario.

Efectivamente. Las fuerzas que luchan contra el terrorismo dentro de los límites de los principios humanitarios se enfrentan a un adversario que no ve constreñida su libertad de acción por la ética o la moral. Bajo estas premisas ¿Puede derrotarse al terrorista? ¿Podría ser la moralidad un obstáculo a la supervivencia? Pero desde el punto de vista del defensor de una sociedad, si la moral debe decirnos que es lo correcto, ¿no es acaso la primera norma moral la de procurar la supervivencia de la sociedad?

Antiguamente todo era mucho más sencillo. La Patria era nuestra Madre y su símbolo la Bandera. El enemigo era una sarta de herejes, sarracenos y bujarrones hijos de la gran perra a los que el mejor favor que podíamos hacer era enviar cuanto antes de vuelta al infierno de que no debieron salir. Haciéndolo así recibíamos la bendición de Dios y los hombres y podíamos reclamar nuestra porción en la gloria y en el botín.

Sin embargo tampoco en el aspecto moral hay soluciones a los problemas de hoy porque seguimos buscándo o hipócritamente afirmando que las soluciones se encuentran dentro de la caja cuando en realidad ni tan solo el problema está ahí dentro. Hoy hay muchas cosas que ocurren fuera de la caja aunque siguiendo las normas de lo ‘políticamente correcto’ no saquemos la cabeza no vaya a ser que nos la desmochen de un estacazo.

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