Todo el mundo se queja de lo mal que hablan los jóvenes, y de muchas otras patadas que recibe diariamente el lenguaje. Creo que hay que especificar un poco más, la queja generacional es algo continuo y cuando se refiere al lenguaje es, en gran medida, un simple indicador de que el lenguaje cambia; si no, seguiríamos diciendo «vuesas mercedes«.
Otras patadas son las que le proporcionan los que lo usan mucho. Una cuestión estadística que pueden constatar los que oyen la radio. Yo solo la oigo alrededor de una hora al día (ida y vuelta en coche al trabajo) y siempre oigo algo y pienso: «esto me lo tengo que apuntar», pero en cuanto llego a destino, se me ha olvidado. Es la ventaja que tiene no dejar los disparates impresos o que no existan programas de «Zapping» en la radio.
En el colegio nos ponían como ejemplo de clásicos errores el decir «arradio» o «sapato», hay otras palabras que nos llegan deformadas de nuestras costumbres infantiles o que deformamos para hacer gracia, copiando a veces a los humoristas populares con más o menos gracia y otras veces, sencillamente, tenemos un ‘bug‘ en el lenguaje adquirido que nos hace escribir o repetir continuamente una palabra en una forma incorrecta.
La comunicación digital ha introducido un buen número de nuevas formas de lenguaje algunas de las cuales serán definitivamente desterradas como vicios y otras que tarde o temprano serán incorporadas al lenguaje a pesar de su actual calificación como barbarismos o barbaridades. El uso de emoticones, abreviaturas procedentes del lenguaje ultra compacto de los SMS o la sustitución «alternativa» de letras por su equivalente fonético «komo sbe kualkiera q sea el viejo d tronkos adlescntes»
Más allá de los errores circunstanciales o sistemáticos de ortografía o dicción o del espíritu gregario que nos lleva a imitar las modas, hay auténticos errores de concepto que muestran lagunas importantes en nuestro proceso de razonamiento. Suenan tan mal que nos torturan el oído.
Por ejemplo cuando según la prensa «El presunto homicida fue condenado«. No: Si fue condenado no es presunto. La sentencia le califica como «homicida». «Estos delitos no están tipificados» (Lo dijo en TV todo un señor comisario de policia). Si no están tipificados, ¡no son delitos!. Al menos en un estado de derecho. El abuso de adjetivos como «mítico» para referirse a algo «popular», «famoso» o «muy conocido y apreciado» pero en definitiva con cualidades reales cuando el mito implica que es propio de historia fantásticas o que se le atribuyen cualidades que no posee.
Es lamentable el uso frecuente de todos estos errores de concepto por parte de los periodistas, profesionales que deberían ser de la palabra porque lo más peligroso no es el error obvio y garrafal, sino el insidioso con aspecto de correcto cuando no de erudito. Por eso me ha preocupado encontrar en un foro de internet, que pretende aclarar dudas sobre el lenguaje, una sarta de atrocidades sin nombre. Confusiones entre la segunda y tercera persona o hipótesis disparatadas sobre el uso del «Usted» que si bien podrían excusarse al proceder de extranjeros, enmarcan escandalosos disparates escritos por nacionales. La conclusión es que antes de tomar por fuente una página de internet, hay que plantearse su credibilidad. Y recordar aquello de que «más vale estar callado y parecer tonto que hablar y confirmarlo».