Las pautas o comportamientos sociales varían con las épocas, eso es una cosa tan trivial que a nadie se le escapa y no merecería comentario si no fuera por que creo que cuando hablamos de ‘cambiar’ nunca pensamos en que eso significa una transformación en el presenta más que un tiempo pasado o futuro.
El origen de mi meditación no es menos trivial, surgió una mañana en la fructífera hora del café cuando comentábamos las costumbres de los marroquíes en su país. Decía yo que había visto, sobre todo al sur del Atlas muchos pueblos en los que la gente vivía, especialmente a partir de ciertas horas de la tarde, en la calle, y muchos hombres de cuclillas con la espalda apoyada en el muro en la misma postura que podía observarse en los cuadros de Fortuny o en las fotos de la mili de mi padre. Eso, no había cambiado.
Alguien preguntó si seguían los hombres llendo de la mano por la calle o cogidos por el dedo meñique.
Y asi es, es frecuente ver en marruecos a amigos caminar cogidos de la mano. Nunca se ma ha ocurrido pensar que fuera un signo de homosexualidad, pues allí las pautas sociales son diferentes a las de nuestro país. En Marruecos, por ejemplo a un conocido a quien nosotros saludaríamos por la calle con un simple movimiento de cabeza o un escueto ‘adiós!’, allí se le para y se le da la mano o se tocan la mano fugazmente al pasar si hay prisa. Al amigo con el que aqui te paras a hablar, alli se le plantan dos besos. Siempre entre hombres, por supuesto.
Los amigos es frecuente que vayan cogidos de la manos por la calle, como he dicho y quien piense que estas costumbres son raras que eche mano de la memoria o pregunte a sus padres como era España hace unos cincuenta años.
No era extraño ver a mucha gente en la calle ociosa, charlando con los vecinos o pasando el rato frente a la casa y observando a los que paseaban. Entre estos podían verse muchas veces amigas que paseaban de la mano. Nadie pensaba que este gesto pudiera representar otra cosa que una amistad sin más connotaciones.
Un detalle que comentamos es que los matrimonios y las parejas iban antes del brazo, mientras que ahora el ‘bracete’ está en desuso y como mucho se usa ‘la bufanda’ consistente en pasar el brazo el hombre por detrás del cuello de la mujer apoyando su mano en el hombro opuesto de ella. Clar que cuando eramos jóvenes, allá por la transición lo que nos gustaba era poner la mano en el tejano de ella. Era un signo de desafío y atrevimiento. Ellas se dejaban pocas veces porque querian ser modernas pero no parecer excesivamente atrevidas.
Y que vamos a decir del besuqueo. A mi particularmente es una cosa que detesto. Sudo bastante, y la posibilidad de llevarme el maquillaje de una señora en la mejilla no me atrae en exceso. Por otra parte, es una costumbre de esas que está cambiando en el presente y tanto puedes encontrar a quien la considere una ordinariez desagradable como a quien se te abalanza con beso y propina.
Pero si te acercas a una señora y le das solo la mano puede parecer que eres seco, antipático o pretencioso. Igualmente si te abalanzas sociable a besarla puedes quedar como ordinario, atrevido, irrespetuoso o algo peor. Cuando uno tiene una vida social variada, estas dudas no dejan de asaltarle. A mi me gustaría que las señoras llevasen semáforos, algo así como un broche o una de aquellas chapas redondas con un lema que dijese: «Besos NO, Gracias» o «¡Ven y dame un beso!», sería algo mucho más claro que interpretar las pautas sociales en tiempos de cambio.
Y otro día tocará hablar del tema de los tratamientos, pero esa, es otra historia.
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