Reconozco que muchas veces, cuando era un joven e impulsivo oficial, me enfurecía que se publicasen lo que me parecían auténticas burradas, falsedades o claros libelos sobre las fuerzas armadas o los militares sin que nuestros jefes publicasen a su vez una contundente respuesta, ni siquiera un desmentido.
Durante la transición, las Fuerzas Armadas provocaban desazón y desconfianza en muchos ciudadanos que las identificaban con el régimen anterior y en muchas ocasiones las opiniones que se vertían respondían más a estereotipos que a la realidad.
En un ejercicio de prudencia aconsejado seguramente por la edad, la experiencia y un mayor conocimiento, que nuestra juventud no alcanzaba a comprender, la institución no intervenía en polémicas y centraba su esfuerzo en su transformación en una organización profesional, eficaz y moderna.
Creo que hoy en día con la perspectiva de los años, no solo la disciplina, sino el sentido común nos hace ver lo acertado de aquella actitud que ha colocado a las Fuerzas Armadas como una institución altamente valorada por los ciudadanos a los que sirve.
Lo que sin duda es una «normalización» del papel y la imagen de los militares en una sociedad moderna y democrática no ha hecho que estos se lancen al ruedo mediático a expresar opiniones. La reserva impuesta por la ley sobre los asuntos clasificados y aquellos que se conocen exclusivamente por razón del servicio, la prudencia cultivada durante estos años y la necesaria neutralidad y respeto por las diferentes opciones políticas, hacen que los militares nos planteemos de forma muy restrictiva la expresión de opiniones personales.
Sin embargo creo que hoy en día no solo la sociedad está preparada para oír opiniones de los militares sin prejuicios, sino que estos pueden aportar ideas enriquecedoras de la vida social, expresando sus puntos de vista dentro del respeto a la legalidad, sin reducirse a un silencio completo en aras de una malentendida prudencia.
Como a los militares se nos da muy bien el cumplimiento de normas y la aplicación de procedimientos que racionalicen la valoración de situaciones y la toma de decisiones, no estaría de más tener una orientación sobre las reglas de enfrentamiento en el debate público. Así lo han entendido en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, donde se ven las tecnologías de la información como una oportunidad de aproximar las Fuerzas Armadas y sus misiones al ciudadano.
Hay que ser consciente de que al expresar públicamente su opinión personal, cualquier militar no deja de ser visto como un representante de las Fuerzas Armadas y por ello su actuación debe estar regida por los principios de legalidad, respeto y servicio de la institución. Las normas propuestas en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos procuran que cada uno de sus miembros sea un comunicador que pueda establecer una conversación con la sociedad ateniéndose a unas reglas que definen el estilo en el cual la Fuerza Aérea puede sentirse adecuadamente representada.
Me he permitido recrear una versión en castellano de este diagrama de decisión que constituyen unas auténticas «reglas de enfrentamiento» en el mundo de las comunicaciones en Internet. Aunque en el documento se han sustituido las referencias propias de la USAF por las de nuestro Ejército del Aire, se trata tan solo de una traducción y no constituye una recomendación oficial.
Según se desprende del diagrama, ante la lectura de una información que afecte al Ejército del Aire habría que hacerse una serie de preguntas antes de escribir una respuesta o desistir de la misma.
Hay que tener en cuenta que en la red existe un fenómeno de vandalismo dialéctico cuyos protagonistas son conocidos como «Trolls». Estos sujetos solo buscan la polémica y la provocación por el gusto del enfrentamiento. El diálogo con un Troll es absolutamente imposible, como no se puede hablar de fútbol con un hoolligan violento, porque el fondo del asunto no les interesa en absoluto.
Hay que valorar tanto la parte de verdad que puede haber en un comentario negativo como comprender las razones del que lo realiza para conseguir una respuesta positiva que ponga de manifiesto de forma educada y fundamentada el error que queremos corregir, o aporte información complementaria que ayude entender los hechos.
Siempre es posible desistir de la respuesta, pero si esta se realiza, nunca debe ser errónea, una rabieta, un ataque personal o de naturaleza negativa.
Bajo el epígrafe «Consideraciones a la respuesta» se resumen las características de la misma que podríamos resumir en que esta debe ser transparente -honrada, podríamos también decir- al expresar por delante nuestra relación con el Ejercito del Aire ya que el anonimato es el recurso de los cobardes y los que tienen algo que ocultar. Fundamentar las afirmaciones, incluyendo datos y referencias les da rigor y contundencia y evita la inclusión de juicios de valor que siempre son discutibles. Todo ello debe hacerse tomándose un tiempo. Las buenas respuestas se cuecen a fuego lento. Sin lugar a dudas, la educación, el respeto y la corrección son las normas a las que debe atenerse un caballero del aire y una exigencia de nuestra formación y condición. Y por último, en tanto en cuanto actuamos de forma pública como miembros de la institución, es lógico que aun cuando expresemos nuestra opinión y punto de vista personal, busquemos que nuestros argumentos y el estilo de su exposición estén inspirados con los sitios oficiales del Ejército del Aire.
La redacción de estas normas de enfrentamiento correspondió al capitán David Faggard, Jefe de Tecnologías Emergentes para la Fuerza Aérea de EE.UU. Y tuvieron un eco muy positivo en los medios digitales. Poco después de que el blogero Joey de Villa las comentara en el blog ‘Global Nerdy’, el capitán Faggard le envió una nueva versión actualizada de sus reglas de enfrentamiento, con cambios basados en los comentarios de los lectores del blog en una clara muestra de como las Fuerzas Armadas y la sociedad pueden interactuar y enriquecerse mutuamente a través de la red.
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Del esquema puede verse también una versión en HTML
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