Era una carta certificada y no podía presagiar nada bueno. Efectivamente, se trataba de una denuncia por exceso de velocidad tramitada por uno de los robots del Gran Hermano.
El tema me indigna sobremanera, especialmente porque soy respetuoso con los límites de velocidad. No por una cuestión de gusto o de convencimiento, sino de comodidad.
Si el tráfico me lo permite, pongo el acelerador automático que mantiene el coche en una velocidad fija. 128 km. En autopista ya que el margen de error de los espías del Gran Hermano tienen un margen de error de un 10%. Por mucho que le fastidie a algún fascista con cargo que haciendo gala de las técnicas de propaganda, guerra psicológica y FUD ha tenido el desparpajo y el cinismo de decir que “ese margen de tolerancia se iba a eliminar”. Mira que bien, ahora además de omnipresentes serán perfectos.
Lo curioso es que ahora cuando no llevo el “piloto automático” sigo a una velocidad moderada, la mayor parte de las veces inferior a 120 y muy pocas veces superior a 130. El día en cuestión debía llevar el piloto automático pues iba exactamente a 128.
El caso es que cuando llegas a un radar de lo que no te informan es de la velocidad que debes llevar. Tienes que acordarte de la última limitación que viste. Y eso, en el entorno de Barcelona es especialmente confuso. En la zona de la denuncia, a pesar de ser una autopista, está limitado a 100.
Podemos pagar peajes, pero hay autopistas con atascos y autopistas limitadas a 100, a 80 y a menos. Y si hay accidentes es por culpa de los imprudentes ciudadanos que vamos como locos, nunca de los sinvergüenzas que cobran comisiones de las obras públicas, de los incompetentes que ni siquiera hacen obras publicas o de los mafiosos que amplían la concesión de las autopistas a las empresas propiedad de los bancos que les dejan dinero para sus campañas.
Ahora anuncian a bombo y platillo que controlarán tramos de carretera leyendo las matriculas de los coches a la entrada y salida del tramo y computando la velocidad. No sé por que se toman tantas molestias, podrían implantarnos directamente un GPS bajo la piel y así el control seria perfecto. De paso si para viajar tuviéramos que pedir autorización, sería más fácil comprobar si el presunto viajero puede suponer un peligro para la comunidad y en caso necesario arrestarlo preventivamente.
Como a ese paso descendería mucho la compra de coches, habría que obligar a la compra de al menos dos vehículos por familia de esos fabricantes a los que no se les puede ordenar que fabriquen coches que no pasen los límites de velocidad porque los coches que corren se venden más.
Me siento humillado al tener que pagar la multa. No estoy avergonzado por haber incumplido una norma que tenía toda la voluntad de cumplir, me siento impotente ante la injusticia, la mezquindad y la absoluta falta de ética de los que toman disposiciones para favorecer a los poderosos y oprimir a los ciudadanos, de los que tienen la mentira por bandera y me siento humillado porque no somos capaces de sacudirnos a esos parásitos de encima y aún seguimos agitando los pañuelos de uno u otro color según mueven ellos mismos la batuta al compás de su desprecio.
Con la multa, te animo a reclamar. aunque son como son y no aceptan la reclamación, contestando en lenguaje legal que no les importa. así me comí una multa de 6 puntos, me la pusieron por ir a 80 en una zona de 50. Solo que la zona era de 60, por tanto no aplicaba el descuento de puntos que me pusieron. No solo eso, mira bien el certificado de calibración. Tiene que cumplir normativa ISO/UNE. Debe figurar el error, la corrección de calibración… y esas otras ‘pijaditas’ que tiene que tener toda calibración. Ah! mi certificado no cumplía la norma que le hace valido como certificado de verificación/calibración, y les dio igual también…
Luego diran que no es por recaudar. que es por seguridad. Por seguridad de que la gente baja su velocidad a 60 ‘por si acaso’ aun cuando el radar es de 120! (llevo 10mil km en 2 meses y muchos frenazos en carretera por cosas asi).
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«El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.»Eleanor Roosevelt (1884-1962)
Amen Roberto!