Dejamos un rato aparcado el coche en el centro de Figueres y al volver nos habían puesto un papelito en el parabrisas. Es una forma de spam urbano bastante desagradable, sobre todo cuando por su forma y color el papel parece una denuncia. No era el caso pero lo retiré con igual desgana e iba a tirarlo al suelo, como hago habitualmente.
No, no me parece un gesto incívico, ni insolidario ni nada. Si el ayuntamiento no quiere que yo tire papeles al suelo, que impida que otros los echen encima de mi coche con el mismo celo con que se dedica a perseguir a otros infractores, que el caro precio que pago por aparcar en la calle entiendo que no es como para tolerar que me ensucien el coche.
El caso es que aquel papelillo llamó mi atención –éxito publicitario- y no sabía si era una broma o una tomadura de pelo. “Aboubakar”, (de verdad que lo primero que leí fue “Abracadabra”) se anuncia como “Gran ilustre vidente africano”. Y enseguida me di cuenta de que era un timo: Poco vidente tenía que ser para haber dejado el papelito precisamente en mi coche. Si realmente lo fuera se ahorarria muchos euros en fotocopias.
A continuación la sarta de sandeces del papel no tiene desperdicio. Yo no sé como se ha podido venir Aboubakar desde su país, cuando desde allí podría haber arreglado los problemas del mundo. A lo mejor es que sus poderes no los puede ejercer a distancia, pero eso si, ¡menudo fenómeno!, no se le escapa nada: incluso exámenes y negocios.
Resulta sorprendente que haya tanto mago-adivino que se anuncia capaz de solucionar los problemas de negocios y dinero de los demás y ellos mismos no sean inmensamente ricos. Evidentemente la autoayuda debe ser el arte de adivinación más difícil de dominar. Y ya sabe: 20 años de resultados inmediatos. Y no se han enterado ni los de “Callejeros”.
¿Cómo puede haber gente tan estúpida como para acudir a un farsante de este calibre?. Porque es evidente que si esta gente tiene para hacer fotocopias es porque algún pringao se ha dejado embaucar, como lo hacen con otros curanderos, magos, adivinos, médiums, astrólogos, y demás ralea.
Como conclusión iba a citar el Eclesiastés, pero al buscar la referencia ya citada antes en el blog, no tengo más remedioque repetir –pido perdón por la autocita- nada menos que el párrafo completo:
Pues así nos luce el pelo. Pero “Stultorum numerus infinitus est“, que dice el Eclesiastés, es decir, que el número de los tontos es infinito, lo cual no quiere decir que sean muchos, sino que no se acaban nunca. Claro que eso pasa con otras malas hierbas: los chupasangres y los sinverguenzas, por ejemplo. Como el agua, que siempre llueve para abajo.