Un sueño de siesta

Grabado de GoyaEsta tarde, como es habitual, estaba echando la siesta en el sillón del salón. He soñado que recibía un mensaje de WhatsApp de un antiguo compañero de profesión. Él es uno o dos años más joven que yo, pero profesionalmente hizo mejor carrera. Aunque durante algún tiempo hemos coincidido en la misma estructura y yo estaba a sus órdenes, trabajábamos en localidades diferentes y nos veíamos poco. Compartimos la afición a la historia de la aeronáutica y siempre hemos tenido un trato, aunque no frecuente, más cordial y cercano que el meramente profesional.
En mi sueño, el mensaje decía: «Lo más bueno ya está vendido», y yo pensaba: «J.C. se ha equivocado, este mensaje no debe ser para mi» y a continuación, «¿que será eso que se está vendiendo?» e inmediatamente tomaba conciencia de que estaba en un sueño y ahí me he despertado. Faltaban quince minutos para la alarma que me había programado, pero entre el sueño y el mundo real, he consultado el teléfono para cercionarme de que todo era un sueño. Así era.
Me he quedado sorprendido. ¿Por qué una persona a la que he tratado con tan poca frecuencia aparece en mis sueños? ¿Que neurona ha relacionado su nombre con la compra-venta de algo?, no estoy preocupado ni realizo actividades de compra o venta de nada, ¿de que rincón de mi cerebro ha salido ese mensaje?
Desde luego no creo en los mensajes a través de los sueños, ni en ningún tipo de telepatía, espiritismo o cualquier cosa que se acerque a la magia o el esoterismo, pero el funcionamiento del cerebro siempre me ha causado curiosidad y sorpresa.
Cuando he despertado por completo, mi sensación principal era que me había ocurrido algo muy divertido. La historia del sueño me ha parecido una anécdota curiosa y he pensado que a él también le haría gracia conocerla.
El teléfono suyo que guardaba en mi agenda no era el personal, sino el profesional, pero en nuestra organización, una de cuyas características principales es el compañerismo entre sus miembros, no me ha sido difícil tirar de contactos y conseguir su móvil particular.
Le he llamado y no han cogido el teléfono. Le he puesto un mensaje: «Hola J., soy Roberto Plà. Te he llamado, pero no has contestado, quizás porque es la hora de la siesta. Quería comentarte una anécdota que espero te hará sonreír. Te llamo mas tarde.»
Poco después me ha llamado él. Me ha confirmado que estaba durmiendo la siesta y por eso no había contestado al teléfono. Después de ponernos al día sobre el calor y las vacaciones, le he contado el motivo de la llamada. Nos hemos reído juntos y me ha confirmado: que no me había puesto ningún whatsapp, que no tenía actividades de compra venta ni estaba preocupado por ningún tema similar. Que se alegraba mucho de tener ocasión de charlar conmigo.
Para los imaginativos elucubradores, la única coincidencia es que ambos estábamos durmiendo la siesta. ¿Una conexión onírica?.
Goya tituló uno de sus famosos grabados «El sueño de la razón, produce monstruos». Por suerte también hace chistes, produce anécdotas y da oportunidades para llamar y charlar un rato con amigos lejanos.

Nota: El nombre de mi contraparte ha sido ocultado debido a su irrelevancia para el resto de la historia y la necesaria cuestión de la protección de datos.

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