Dibujar y el Caribe, me relajan

Dibujar me relaja, me inspira y me ayuda a visualizar las ideas. Si estoy alegre, me salen chistes. Si estoy triste o disgustado me salen monstruos, si estoy ordenando ideas me salen organigramas o imágenes del proyecto que estoy madurando.
El dibujo pocas veces iguala a la imagen que tengo en la mente, aunque esta claro que eso es algo que solo sé yo. Da igual, seguramente no aplicaré nunca el esfuerzo necesario para convertirme en un artista con gran técnica, pero es que con mis dibujos no espero figurar algún día en el Prado sino, simplemente, disfrutar. Casi siempre lo consigo.
El otro día estábamos buscando una oferta para ir de vacaciones al Caribe y creíamos haberla encontrado a un precio estupendo en el mismo complejo Hotelero en el que tan bien estuvimos en 2008. Ya me las prometía muy felices pasando una semanita de relajación, lectura, playa…incluso tenía un pequeño proyecto de excursión a Saint Maarten, una isla con una playa en la cabecera de una pista donde los aviones de linea dan unas pasadas impresionantes. La Meca de cualquier spotter. Y mientras me regodeaba con la idea, el dibujo que me salió fue este.

Caribe?

Más tarde nos dijeron que era imposible, que no quedaban plazas en el avión. Tras una infructuosa búsqueda por Internet nos fuimos convenciendo de que tendríamos que renunciar a nuestras vacaciones idílicas a precio económico en el Caribe. Aunque por supuesto tenemos planes alternativos de vacaciones, la frustración que me invadía me hizo modificar el dibujo. Me sentía como si me hubiera caído en la cabeza uno de esos enormes cocos que tanto abundan en Playa Bávaro. Y este fue el resultado. El mismo personaje (si, creo que puedo decirlo para los futuros estudiosos de mi obra, este dibujo es una estampa onírica autobiográfica, …), y casi la misma paleta de colores. Me pareció justo pintar al protagonista algo menos moreno.

Caribe?

Por si fuera poco, mientras estaba dibujando, después de hora y media sin guardar el trabajo -no hagáis nunca eso- el ordenador se apagó sin previo aviso. Los muertos de Bill Gates se debieron remover en sus tumbas a cuenta de mis juramentos. Me quedé abatido y ni siquiera volví a arrancar el ordenador, seguro de haber perdido mi trabajo. Sin embargo, al día siguiente al hacerlo conectado a la corriente me di cuenta de que el ordenador simplemente se había apagado al agotarse la batería y mi trabajo estaba a salvo en el mismo punto en que lo dejé. Y la vida volvió a sonreírme. He acabado el dibujo y me he puesto a escribir esto para compartirlo con vosotros.

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