El pasado domingo, estuve en Andorra. El país de los Pirineos tiene muchos atractivos pero le quedan muy pocos de los que le hicieron popular. Yo, que soy de Lleida, recuerdo que en mi infancia los compañeros traían al colegio pequeñas maravillas nunca vistas procedentes de los viajes con sus padres al principado.
Quizás lo que más excitaba mi envidia eran las cámaras fotográficas en miniatura, propias de un agente secreto, pero la curiosidad se extendía a aquellos bolígrafos con una chica en bañador que al darles la vuelta, ¡quedaba desnuda! y la capacidad de asombro quedaba rebasada con unos encendedores de gas que no se recargaban. ¿Como podía caber en nuestro horizonte de los años sesenta semejante derroche?, una vez usados, se tiraban. Era una muestra de la abundancia exuberante y algo extravagante que nos aguardaba tras las fronteras de Europa.
Nuestros padres comentaban las novedades en camisetas de ‘Rovil’ el Tergal o la calidad del vidrio ‘Duralex’ y disfrutaban casi más que nosotros viéndonos jugar con vistosos y originales juguetes. En Lleida, por la proximidad geográfica, Andorra era una opción a considerar para la compra del ajuar: cristalerías, cuberterías y electrodomésticos, pero también para los coleccionistas de trenes o aficionados a la fotografía y el cine.
En la adolescencia recuerdo la música de Paco Ibañez en el Olimpia de París escuchada con veneración en el cuarto de un compañero que susurraba: “es un disco que está prohibido, lo he comprado en Andorra” y algún ejemplar del “Capital” de Marx que algunos mostraban a hurtadillas, pero que desde luego nadie había leído.
Cuando siendo novios, Mercedes vino por primera vez a Lleida, en la Semana Santa de 1982 coincidió allí con Beatriz, la novia de mi amigo Juanjo y los cuatro nos fuimos a Andorra. Una escapada alegre con alguna anécdota divertida.
Hace ya tiempo sin embargo que las visitas a Andorra tiene escaso interés comercial. Los productos de las estanterías no ofrecen apenas diferencia -salvo a veces una peor calidad- con los que se pueden encontrar en España y los precios son iguales cuando no mas caros. Cada vez cuesta más encontrar ‘un chollo’ pero a pesar de ello, el consumismo y el atractivo de los mitos nos sigue llevando de compras por Andorra.
El domingo, sin embargo, tuve una satisfacción propia de la época de la canción protesta: compré trescientos CD,s y doscientos DVD,s a un precio estupendo, sin pagar un céntimo del canon impuesto por los ladrones de la SGAE. ¡Que alegría!, ¡que anhelo de justicia cumplido!, ¡Casi un Terabyte de libertad!. Mis fotografías, mis artículos, mis archivos y programas, mis copias de seguridad y privadas sin pasar por la ventanilla de ladrones y usureros, sanguijuelas, parásitos y cigarras que quieren vivir a costa de mi esfuerzo.
Los que tengáis ocasión de viajar a Andorra, no lo olvidéis: comprad CD,s sin pagar el canon y revivid la sensación de anhelo de justicia y libertad que experimentábamos en los primeros setenta. Mientras los CD,s se queman en la tostadora, encended un mechero y cantad conmigo: “A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar…”.
- Me ha sorprendido y entristecido no haber encontrado ningún enlace para ilustrar el mítico LP de Paco Ibañez en el Olimpia de París. Quizás la razón pueda encontrarse en este artículo de ‘El Cultural.
- Tampoco he encontrado ni rastro de las cámaras en miniatura con peliculas de 8x11mm. Solo un pequeño artículo en Digital-Fotored y las réplicas digitales en miniatura fabricadas por Minox.
- Sobre Duralex he encontrado varias páginas interesantes, aunque casi todas en francés. Quizás la más significativa es la de este artículo de Le Devoir
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